/ domingo 28 de abril de 2024

SINE QUA NON

LAS NIMIEDADES DEL CIUDADANO

Mis estimados lectores, ya saben: sin condición de género, de filiación política o hasta religiosa, es obvio que ya estamos en este mundo, en el preciso y/o precioso momento del ahora, podemos sí, caer en la remembranza, la nostalgia, los humos del pasado y, hasta ir en lontananza, al futuro. Hay hasta quienes van montados en la “esperanza”.

¿Qué nos preocupa? ¿Tenemos alguna visión franca de donde estamos parados? Y más relevante: ¿Qué queremos? Son apenas unas inquietudes, que no siempre están aflorando en conciencia. Y en este punto, creo prudente hacer notar una diferenciación, entre “consciencia y conciencia”, por recomendación de un buen amigo, dado que el tema aflora en nuestras conversaciones y, por supuesto, es interesante. Bien, hay que recurrir a un diccionario, en este caso, especializado y deducido en la Academia Mexicana de la Lengua, que inquiere y responde: “¿Hay alguna diferencia entre conciencia y consciencia? Según el Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Bogotá: Santillana, 2005), conciencia significa <reconocimientos en ámbitos de ética y moral>: conciencia del bien y el mal. Mientras que consciencia alude al <reconocimiento de la realidad, en un sentido metafísico más general>, ya no sólo relacionado con la ética y moral. Aunque las dos voces son válidas, el diccionario citado indica que conciencia, sin s, expresa ambos sentidos; por lo que es más recomendable emplear ésta en todos los casos.”

Luego, tendremos que dilucidar, entre el bien y el mal, pero a la vez, reconociendo nuestra realidad, para contestar las interrogantes mencionadas. Por supuesto, es un ejercicio personal, en principio, para trascender a lo social. Por lo que, entonces, más correcto será: ¿Qué me preocupa? ¿Tengo alguna visión franca de donde estoy parado? ¿Qué quiero? Así el contexto podrá variar, aunque muy poco en razón de que hay una tabla rasa llamada idiosincrasia mexicana. A la mayoría juiciosa, será la propia supervivencia, y en esa, hay variables como la inseguridad, la economía y el empleo –o la precariedad, en ambas- el sustento diario y un largo etcétera, que, se acomodará a cada circunstancia.

En ese amplio margen, hoy “llueve sobre mojado”, es decir, en una repetición de hechos y circunstancias, una especie de círculo del que no logramos salir. Parece pesimista, pero, al final es realista. Y esas preocupaciones –sin óbice de ocuparnos de ellas, a nuestro alcance- son “nimiedades ciudadanas”, ante políticos “inmaculados” que, juran y perjuran, son o traen bajo la manga, una solución tipo panacea. Dependerá de cada uno, creer o no, en tales discursos, sin embargo, el efecto pasará de lo estrictamente personal, a lo social. En ese punto de responsabilidad, reside el éxito o el fracaso, incluso, el rompimiento del “círculo”.

Y vaya que los mexicanos en su mayoría, tenemos una concepción ardua, por ejemplo: La manera de entender la Libertad, en todas sus gamas posibles. La percibimos sin límites. Tal vez, sin proponérselo, quien nos influenció desde lejos en el tiempo y el espacio, haya sido Rousseau. Así vista, sería una Libertad sin razón y eso, sólo eso, la haría inútil. En fin.

Sin entrar al fondo, cabe una pregunta: ¿Por esa idea de la Libertad, es que un político, tiene una lengua sin límites? Y va en su camino rompiendo reglas, incluso, como ahora, desgarrando Instituciones, Leyes, o hasta la Constitución.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: ¿Quiero conservar condiciones de bienestar? Con todo lo que implica, claro, si es que se tiene, porque habrá millones de paisanos que están en la ignominia de la pobreza y querrán salir. Y enfatizo que no cabe ningún calificativo mordaz de tachar a unos y otros, de “conservadores y aspiracionistas”. Eso es una ocurrencia de “mala leche”, para humillar y dividir. ¿Eso quiero? ¿Ahí estoy parado? Entonces, hay que reflexionar para contestarnos cada uno. Es lo que hay. Cuídense mucho.

LAS NIMIEDADES DEL CIUDADANO

Mis estimados lectores, ya saben: sin condición de género, de filiación política o hasta religiosa, es obvio que ya estamos en este mundo, en el preciso y/o precioso momento del ahora, podemos sí, caer en la remembranza, la nostalgia, los humos del pasado y, hasta ir en lontananza, al futuro. Hay hasta quienes van montados en la “esperanza”.

¿Qué nos preocupa? ¿Tenemos alguna visión franca de donde estamos parados? Y más relevante: ¿Qué queremos? Son apenas unas inquietudes, que no siempre están aflorando en conciencia. Y en este punto, creo prudente hacer notar una diferenciación, entre “consciencia y conciencia”, por recomendación de un buen amigo, dado que el tema aflora en nuestras conversaciones y, por supuesto, es interesante. Bien, hay que recurrir a un diccionario, en este caso, especializado y deducido en la Academia Mexicana de la Lengua, que inquiere y responde: “¿Hay alguna diferencia entre conciencia y consciencia? Según el Diccionario panhispánico de dudas, de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Bogotá: Santillana, 2005), conciencia significa <reconocimientos en ámbitos de ética y moral>: conciencia del bien y el mal. Mientras que consciencia alude al <reconocimiento de la realidad, en un sentido metafísico más general>, ya no sólo relacionado con la ética y moral. Aunque las dos voces son válidas, el diccionario citado indica que conciencia, sin s, expresa ambos sentidos; por lo que es más recomendable emplear ésta en todos los casos.”

Luego, tendremos que dilucidar, entre el bien y el mal, pero a la vez, reconociendo nuestra realidad, para contestar las interrogantes mencionadas. Por supuesto, es un ejercicio personal, en principio, para trascender a lo social. Por lo que, entonces, más correcto será: ¿Qué me preocupa? ¿Tengo alguna visión franca de donde estoy parado? ¿Qué quiero? Así el contexto podrá variar, aunque muy poco en razón de que hay una tabla rasa llamada idiosincrasia mexicana. A la mayoría juiciosa, será la propia supervivencia, y en esa, hay variables como la inseguridad, la economía y el empleo –o la precariedad, en ambas- el sustento diario y un largo etcétera, que, se acomodará a cada circunstancia.

En ese amplio margen, hoy “llueve sobre mojado”, es decir, en una repetición de hechos y circunstancias, una especie de círculo del que no logramos salir. Parece pesimista, pero, al final es realista. Y esas preocupaciones –sin óbice de ocuparnos de ellas, a nuestro alcance- son “nimiedades ciudadanas”, ante políticos “inmaculados” que, juran y perjuran, son o traen bajo la manga, una solución tipo panacea. Dependerá de cada uno, creer o no, en tales discursos, sin embargo, el efecto pasará de lo estrictamente personal, a lo social. En ese punto de responsabilidad, reside el éxito o el fracaso, incluso, el rompimiento del “círculo”.

Y vaya que los mexicanos en su mayoría, tenemos una concepción ardua, por ejemplo: La manera de entender la Libertad, en todas sus gamas posibles. La percibimos sin límites. Tal vez, sin proponérselo, quien nos influenció desde lejos en el tiempo y el espacio, haya sido Rousseau. Así vista, sería una Libertad sin razón y eso, sólo eso, la haría inútil. En fin.

Sin entrar al fondo, cabe una pregunta: ¿Por esa idea de la Libertad, es que un político, tiene una lengua sin límites? Y va en su camino rompiendo reglas, incluso, como ahora, desgarrando Instituciones, Leyes, o hasta la Constitución.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: ¿Quiero conservar condiciones de bienestar? Con todo lo que implica, claro, si es que se tiene, porque habrá millones de paisanos que están en la ignominia de la pobreza y querrán salir. Y enfatizo que no cabe ningún calificativo mordaz de tachar a unos y otros, de “conservadores y aspiracionistas”. Eso es una ocurrencia de “mala leche”, para humillar y dividir. ¿Eso quiero? ¿Ahí estoy parado? Entonces, hay que reflexionar para contestarnos cada uno. Es lo que hay. Cuídense mucho.

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