/ lunes 19 de septiembre de 2022

Lo Que Un Día Fue

En la familia tenemos una costumbrearraigada. Para empezar, desde que mis padres vivían, éramos una familiatradicional, con miembros binarios, sin imposiciones de género, pero tampoco demodas ni corrientes que nos dijeran lo que era bueno y lo que era malo, poreso, cuando un miembro nuevo venía, si era del cariotipo 46 XX (femenino),acostumbrábamos viajar a Bariloche, Argentina a una confitería llamada RapaNui, a traer chocolates y alfajores para celebrar la llegada de una niña. Depaso parábamos en Buenos Aires e íbamos a caminito a escuchar y bailar tangos.

Si el nuevo miembro de la familia eracariotipo 46 XY, o sea, varón, la cuestión era más sencilla porque el viaje eramucho más corto: al Puerto de Veracruz a comprar puros de San Andrés Tuxtla, yescuchar la marimba y los sones jarochos en los portales.

A pocas semanas del nacimiento del nuevomiembro de la familia Pérez Mondragón, hicimos lo que indica la tradición paraun bebé cariotipo 46 XY (para no ofender a nadie por decirle lo que marcó elultrasonido que no se hace bolas con géneros no binarios: masculino).

Hace 8 años había sido el último viaje porlos puros.

Son 7 horas por carretera de cuota hastaVeracruz, para de paso bailar un danzón en el zócalo y beber una cervezaescuchando la marimba en los portales.

Pero, ¡oh sorpresa!, los tradicionalesportales de Veracruz ya están parasitados por grupos norteños cantando corridosalterados. Sí, de esos que puede usted escuchar en cualquier lupanar de barrio.En cualquier cantina del país. Es increíble cómo lo comercial desplazó a lo tradicional.

Yo no soy quién para decirle a la gente quéoír, qué es bueno y malo en la música, pero sería una paradoja viajar a BuenosAires a escuchar reguetón, o que los raperos silencien con sus amplificadoreslas bachatas de Santo Domingo.

Cada lugar tiene sus tradiciones, así comocada familia también. Yo pasé mi niñez y parte de mi juventud en Veracruz, poreso le agarré cariño a los sones, al danzón y la marimba, allá no se escuchabamúsica proveniente del centro y ni del norte del país, lo que si me ocasionó unchoque cultural cuando regresé al Bajío, donde solo se escuchaba “músicanorteña” (lo que quiera que sea música norteña), y cuya distancia al puertojarocho era de casi 14 horas en los setentas y ochentas por la ruta de lascumbres de Maltrata.

Luego todos los estados de la república ylas ciudades se fueron acercando para bien, pero también para mal.

La sofisticación del gusto consiste en nohacer distinciones entre alta y baja cultura, pero el lirismo existe, esinnegable, y no se puede comparar la poesía de una canción de Agustín Lara envoz de Toña la Negra, con la de un corrido de “Calibre 50” en voz de un gruporascatripas cualquiera.

Uno viaja a Buenos Aires para presenciar enSeñor Tango a Gardel y Piazzola en voz de Fernando Soler, no para escucharcumbias.

De ahí podemos partir y continuar con ladiscusión de los cariotipos científicos y los de los grupos “no binarios” yetc, etc, etc.

Nos falta ser más cuidadosos con nuestrospatrimonios intangibles.

En la familia tenemos una costumbrearraigada. Para empezar, desde que mis padres vivían, éramos una familiatradicional, con miembros binarios, sin imposiciones de género, pero tampoco demodas ni corrientes que nos dijeran lo que era bueno y lo que era malo, poreso, cuando un miembro nuevo venía, si era del cariotipo 46 XX (femenino),acostumbrábamos viajar a Bariloche, Argentina a una confitería llamada RapaNui, a traer chocolates y alfajores para celebrar la llegada de una niña. Depaso parábamos en Buenos Aires e íbamos a caminito a escuchar y bailar tangos.

Si el nuevo miembro de la familia eracariotipo 46 XY, o sea, varón, la cuestión era más sencilla porque el viaje eramucho más corto: al Puerto de Veracruz a comprar puros de San Andrés Tuxtla, yescuchar la marimba y los sones jarochos en los portales.

A pocas semanas del nacimiento del nuevomiembro de la familia Pérez Mondragón, hicimos lo que indica la tradición paraun bebé cariotipo 46 XY (para no ofender a nadie por decirle lo que marcó elultrasonido que no se hace bolas con géneros no binarios: masculino).

Hace 8 años había sido el último viaje porlos puros.

Son 7 horas por carretera de cuota hastaVeracruz, para de paso bailar un danzón en el zócalo y beber una cervezaescuchando la marimba en los portales.

Pero, ¡oh sorpresa!, los tradicionalesportales de Veracruz ya están parasitados por grupos norteños cantando corridosalterados. Sí, de esos que puede usted escuchar en cualquier lupanar de barrio.En cualquier cantina del país. Es increíble cómo lo comercial desplazó a lo tradicional.

Yo no soy quién para decirle a la gente quéoír, qué es bueno y malo en la música, pero sería una paradoja viajar a BuenosAires a escuchar reguetón, o que los raperos silencien con sus amplificadoreslas bachatas de Santo Domingo.

Cada lugar tiene sus tradiciones, así comocada familia también. Yo pasé mi niñez y parte de mi juventud en Veracruz, poreso le agarré cariño a los sones, al danzón y la marimba, allá no se escuchabamúsica proveniente del centro y ni del norte del país, lo que si me ocasionó unchoque cultural cuando regresé al Bajío, donde solo se escuchaba “músicanorteña” (lo que quiera que sea música norteña), y cuya distancia al puertojarocho era de casi 14 horas en los setentas y ochentas por la ruta de lascumbres de Maltrata.

Luego todos los estados de la república ylas ciudades se fueron acercando para bien, pero también para mal.

La sofisticación del gusto consiste en nohacer distinciones entre alta y baja cultura, pero el lirismo existe, esinnegable, y no se puede comparar la poesía de una canción de Agustín Lara envoz de Toña la Negra, con la de un corrido de “Calibre 50” en voz de un gruporascatripas cualquiera.

Uno viaja a Buenos Aires para presenciar enSeñor Tango a Gardel y Piazzola en voz de Fernando Soler, no para escucharcumbias.

De ahí podemos partir y continuar con ladiscusión de los cariotipos científicos y los de los grupos “no binarios” yetc, etc, etc.

Nos falta ser más cuidadosos con nuestrospatrimonios intangibles.