CONJUNTIVITIS
La conjuntiva es una membrana finísima, muy delgada, tan delgada que no se nota, que cubre el ojo. Cuando esta membrana sufre una alteración se dice que la persona padece conjuntivitis.
Son muchas las causas que pueden afectar a la conjuntiva, siendo tres las más frecuentes: una infección directa a la membrana o como consecuencia de una alergia o una irritación mal atendida del ojo.
Si el origen de la infección es una bacteria, tal vez la prescripción de un medicamento de amplio espectro sea suficiente para resolver el problema, circunstancia que sólo el oftalmólogo podrá definir a través de estudios y análisis del paciente.
De acuerdo al resultado de dicha investigación y conocido el origen de la enfermedad, pudiera proceder hacer un cultivo bacteriano, opinión que igualmente le toca al oftalmólogo decidir.
Si la conjuntivitis tuviera consecuencias que afectaran la visión del paciente, los estudios, análisis y cultivo mencionados serán obligatorios para el diagnóstico.
En el caso de que el origen que haya provocado la conjuntivitis sea una alergia, seguramente con sólo medicamentos pueda encontrarse la cura ya que el propósito principal del oftalmólogo será atacar las inflamaciones causadas por dicha alergia la que debe ser atendida por un alergólogo quien será el que decida sobre el tratamiento especial que requiera la persona.
Hay muchos factores que producen alergias pero el más importante es el medio ambiente. El polvo contenido en el aire, la piel de los animales, el polen de las flores, los aromas, los aerosoles, las manos sucias, son entre otros, causa de alergia.
Se da también el caso de que una persona se esté atendiendo de una infección en el ojo, suspende por decisión propia el tratamiento sin estar completamente curado por lo que la parte enferma, que sigue evolucionado, puede provocar la conjuntivitis.
Los síntomas de la conjuntivitis son: lagrimeo, comezón en los ojos, inflamación de los párpados, enrojecimiento ocular, sensación de tener objetos extraños dentro del ojo, estornudos, nariz congestionada con secreción constante.
Una recomendación: consulte a su oftalmólogo cuando menos una vez al año. No se automedique: cada paciente tiene requerimientos particulares.
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