A mi esposa que desde el cielo se entera de lo que escribo.
“Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes” Friedrich Nietzsche.
Es común del lenguaje cotidiano emplear términos con significados similares pero no iguales. Es frecuente emplear “independencia” y “autonomía” indistintamente. Sin embargo, existen diferencias sustanciales. El reconocido investigador de la motivación humana, profesor de Psicología y ciencias sociales de la U. de Rochester NY, Edgard L. Deci en su libro “Intrinsic motivation” define que la independencia es “hacer las cosas por sí mismo sin depender de los demás” en cambio, autonomía significa “la capacidad de actuar libremente y de elegir nuevas opciones”.
Buscando, encuentro otras definiciones análogas pero con significados iguales. Sobre lo individual podemos decir que la autonomía se refiere a la capacidad que tiene una persona para tomar decisiones e independencia cuando no se depende de las decisiones o protección de un tercero. Conceptos que se pueden integrar al estado en que guarda cada nación de la geografía terrestre.
Si somos esmerados en el lenguaje, no hay país en el globo terrestre que haya sido o sea independiente en su totalidad. Siempre ha tenido dependencia de los demás. ¿Autonomía? La habrá, pero acotada a leyes que permiten y limitan, o sea que la autonomía de un Estado es relativa igual que el de una familia o un individuo. Si no fuera así, viviríamos en un estado de salvajismo que solo vemos en algunas especies de animales.
“Todo es relativo, nada es absoluto” palabras dogmáticas atribuidas a Albert Einstein que en el ámbito físico matemático es considerado una contradicción. En sociología y en biología, nada es absoluto porque en la vida todo cambia, es una constante metamorfosis que solo se necesita tiempo. No obstante, la frase es útil para explicar sinnúmero de propuestas.
Sirvan las reflexiones anteriores para entrar al tema. A la separación jurídica de las trece colonias de la Gran Bretaña en Norteamérica ocurrida el 2 de julio de 1776, el Segundo Congreso occidental votó por la “Resolución de independencia” le siguieron arduas horas a un Comité de cinco miembros encabezado por Thomas Jefferson para elaborar la “Declaración de Independencia” para que el incipiente Congreso debatiera y finalmente la aprobara el día 4 de julio, quedando inscrito como el día como El día de la Independencia de los Estados Unidos.
Explorando la historia, antes de estos acontecimientos no encontré algún país que tuviera su Día de la Independencia.
Quizá para algunos latinoamericanos parezcan intrascendente estos hechos, empero, la Independencia de las trece Colonias de Norteamérica fue la bujía que detonó en nuestro Continente para que la mayoría de las Colonias de la corona Española se revelarse contra el dominio a que estábamos sujetos vía impuestos y la explotación de la riqueza de nuestros territorios, en especial de los metales preciosos que se iban a Europa.
Todos los países tienen un día emblemático por excelencia, el día patriótico más importante. Un fecha, un día que es parte aguas de la historia, un antes y un después, día en que se celebra y festeja la emancipación, la liberación del dominio de otro Estado. Hoy es el de nuestros vecinos del norte.
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