/ domingo 12 de julio de 2020

Acción, Reacción

“Odio engendra odio, las guerras producen más guerras” Martin Luther King Jr.

En una exacerbación de la crisis económica que heredó de Luis Echeverría y José López Portillo, el presidente Miguel de la Madrid, tomando palabras de una canción de Rogelio Calzada expresó “Sacaremos al buey de la barranca”. Las críticas no se hicieron esperar, burlescas, divertidas y algunas serias. La institución presidencial no estaba para rebajarse al léxico popular.

La vida evoluciona, cambia, la distancia virtual entre gobernante y gobernado está reducida gracias a la conquista de la libertad de expresión que hace unas décadas era limitada por una barrera invisible entre pueblo y gobierno. Libertad con frecuencia vulnerada por el insulto y la ofensa que rebasa los límites del derecho universal a la privacidad e invade el ámbito de la vida personal, un espacio reservado ajeno de la va vida pública que en mayor o menor grado ejercemos en actividades laborales y sociales.

Ese muro implícito que divide lo público y lo privado es muy frágil entre los que han escalado un lugar en la opinión pública. Entre más fama se logra, mayor es el riesgo a traspasar el límite como sucede bastante en el medio de la farándula, el deporte y en la política.

“Que hablen mal de mí, pero que hablen de mí” es un recurso de actores del espectáculo para llamar la atención cuando están a la baja en popularidad. Con riesgos, en ocasiones es táctica de algunos políticos. Empero, el modo de ser las personas suele manifestarse en forma espontánea en algunos personajes, el presidente Vicente Fox y el gobernador de Nuevo León “El bronco” son buenos modelos.

El presidente A. M. López Obrador cae en ordinarieces como decir “me canso ganso” o “fuchi caca” para censurar algo. Lo que antes del presidente Fox era un tabú, ahora es común en el lenguaje de AMLO. Además, inexactitudes sobre el acontecer del país, el ahuyentar las inversiones privadas, el acoso constante a “sus adversarios,” las machaconas palabras: ahora no escomo antes, neoliberalismo, reaccionarios, conservadores o corruptos con destinatarios, provoca una andanada de críticas y reacciones que indebidamente van hasta los improperios e invasión a su vida privada. Hechos que lo indujeron a sostener que es el presidente mexicano más insultado en un siglo.

Aplico el principio de Newton en la física “a toda acción corresponde una reacción en igual magnitud y dirección pero de sentido opuesto”. En otras palabras, la reacción o respuesta al presidente, atañe a una provocación. Lo que se siembra, se cosecha.

“Odio engendra odio, las guerras producen más guerras” Martin Luther King Jr.

En una exacerbación de la crisis económica que heredó de Luis Echeverría y José López Portillo, el presidente Miguel de la Madrid, tomando palabras de una canción de Rogelio Calzada expresó “Sacaremos al buey de la barranca”. Las críticas no se hicieron esperar, burlescas, divertidas y algunas serias. La institución presidencial no estaba para rebajarse al léxico popular.

La vida evoluciona, cambia, la distancia virtual entre gobernante y gobernado está reducida gracias a la conquista de la libertad de expresión que hace unas décadas era limitada por una barrera invisible entre pueblo y gobierno. Libertad con frecuencia vulnerada por el insulto y la ofensa que rebasa los límites del derecho universal a la privacidad e invade el ámbito de la vida personal, un espacio reservado ajeno de la va vida pública que en mayor o menor grado ejercemos en actividades laborales y sociales.

Ese muro implícito que divide lo público y lo privado es muy frágil entre los que han escalado un lugar en la opinión pública. Entre más fama se logra, mayor es el riesgo a traspasar el límite como sucede bastante en el medio de la farándula, el deporte y en la política.

“Que hablen mal de mí, pero que hablen de mí” es un recurso de actores del espectáculo para llamar la atención cuando están a la baja en popularidad. Con riesgos, en ocasiones es táctica de algunos políticos. Empero, el modo de ser las personas suele manifestarse en forma espontánea en algunos personajes, el presidente Vicente Fox y el gobernador de Nuevo León “El bronco” son buenos modelos.

El presidente A. M. López Obrador cae en ordinarieces como decir “me canso ganso” o “fuchi caca” para censurar algo. Lo que antes del presidente Fox era un tabú, ahora es común en el lenguaje de AMLO. Además, inexactitudes sobre el acontecer del país, el ahuyentar las inversiones privadas, el acoso constante a “sus adversarios,” las machaconas palabras: ahora no escomo antes, neoliberalismo, reaccionarios, conservadores o corruptos con destinatarios, provoca una andanada de críticas y reacciones que indebidamente van hasta los improperios e invasión a su vida privada. Hechos que lo indujeron a sostener que es el presidente mexicano más insultado en un siglo.

Aplico el principio de Newton en la física “a toda acción corresponde una reacción en igual magnitud y dirección pero de sentido opuesto”. En otras palabras, la reacción o respuesta al presidente, atañe a una provocación. Lo que se siembra, se cosecha.