/ domingo 26 de julio de 2020

Confinamiento

“No hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderlo. Ahora es el momento de entender más para que podamos temer menos”. Marie Curie. Nobel 1903.

El hombre por naturaleza es un ser social, religioso y político. El retiro de los ermitaños, la actitud de los que por la gracia de Dios son ateos y los que se dicen apolíticos, de alguna manera, tienen algún rasgo de las tres peculiaridades

Aristóteles fue el primero que expuso la tesis “El hombre como animal político” y la política se ejerce en una sociedad cultural, en de vida pública, deportiva, de negocios, familiar o religiosa. La religión como sistema de conducta ética no necesariamente tiene que ser practicada en una colectividad devota. Vivir en sociedad es esencia de en nuestra efímera existencia.

Lo normal es que la familia humana, célula de la sociedad se construye entre dos, crece y aumenta el número de miembros para en la madurez iniciar el camino regresivo, los años pasan, los hijos se van, el clan se achica, la edad reduce el contacto con los demás. Es el proceso paulatino de adaptación en cuanto al número que conviven, no obstante esta armonía no puede prescindir del exterior, de la escuela, del trabajo, del esparcimiento.

La pandemia que nos agobia ha alterado ese proceso, no hubo tiempo de ajuste, ha reducido el ejercicio de vivir en sociedad, ha alterado el sistema de vida erigido con el paso de los años. Nos enclaustramos y vemos las mismas paredes, los mismos objetos, las mismas caras y voces las 24 horas del día. En plazo largo, el organismo y la fuerza vital por razón natural se perturban. Parece contradicción pero el ocio prolongado también cansa, fatiga y da lugar a irritación, a la alteración del ánimo. En el peor de los casos, se desvanece la motivación y pueden perderse los afectos hasta llegar a pensamientos disolutivos que conducen a la depresión y a ideas catastróficos.

La adaptación al medio es común en los organismos vivos, vegetales o animales. En el humano se involucra la psique. El reto está en la capacidad de involucrarse con el entorno al que no se estaba habituado y hacer parte de este una simbiosis que permita mantener la capacidad física y psicológica en el forzado confinamiento para reducir la posibilidad de contagio de la Covid-19. Mas sin embargo no estamos indefensos, el poder de la inteligencia es creativo. Un ángulo para medirla es la capacidad de adaptación al medio, lo que requiere un cambio y un aprendizaje que en este tiempo se nos hace corto para asimilarlo.

“El amanecer llega después de la oscuridad” dice la autora del bestseller con 2.5 millones de copias “Before We Were Yours” El desafío es ver el sol levante. Usando cubre bocas y guardando la distancia llegaremos.


“No hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderlo. Ahora es el momento de entender más para que podamos temer menos”. Marie Curie. Nobel 1903.

El hombre por naturaleza es un ser social, religioso y político. El retiro de los ermitaños, la actitud de los que por la gracia de Dios son ateos y los que se dicen apolíticos, de alguna manera, tienen algún rasgo de las tres peculiaridades

Aristóteles fue el primero que expuso la tesis “El hombre como animal político” y la política se ejerce en una sociedad cultural, en de vida pública, deportiva, de negocios, familiar o religiosa. La religión como sistema de conducta ética no necesariamente tiene que ser practicada en una colectividad devota. Vivir en sociedad es esencia de en nuestra efímera existencia.

Lo normal es que la familia humana, célula de la sociedad se construye entre dos, crece y aumenta el número de miembros para en la madurez iniciar el camino regresivo, los años pasan, los hijos se van, el clan se achica, la edad reduce el contacto con los demás. Es el proceso paulatino de adaptación en cuanto al número que conviven, no obstante esta armonía no puede prescindir del exterior, de la escuela, del trabajo, del esparcimiento.

La pandemia que nos agobia ha alterado ese proceso, no hubo tiempo de ajuste, ha reducido el ejercicio de vivir en sociedad, ha alterado el sistema de vida erigido con el paso de los años. Nos enclaustramos y vemos las mismas paredes, los mismos objetos, las mismas caras y voces las 24 horas del día. En plazo largo, el organismo y la fuerza vital por razón natural se perturban. Parece contradicción pero el ocio prolongado también cansa, fatiga y da lugar a irritación, a la alteración del ánimo. En el peor de los casos, se desvanece la motivación y pueden perderse los afectos hasta llegar a pensamientos disolutivos que conducen a la depresión y a ideas catastróficos.

La adaptación al medio es común en los organismos vivos, vegetales o animales. En el humano se involucra la psique. El reto está en la capacidad de involucrarse con el entorno al que no se estaba habituado y hacer parte de este una simbiosis que permita mantener la capacidad física y psicológica en el forzado confinamiento para reducir la posibilidad de contagio de la Covid-19. Mas sin embargo no estamos indefensos, el poder de la inteligencia es creativo. Un ángulo para medirla es la capacidad de adaptación al medio, lo que requiere un cambio y un aprendizaje que en este tiempo se nos hace corto para asimilarlo.

“El amanecer llega después de la oscuridad” dice la autora del bestseller con 2.5 millones de copias “Before We Were Yours” El desafío es ver el sol levante. Usando cubre bocas y guardando la distancia llegaremos.