Divide y vencerás, una frase que erróneamente algunos la atribuyen a Maquiavelo, uno a los teóricos más notables del Renacimiento. En su tratado de doctrina política en ninguna parte aparece tal locución. Las máximas latinas “divite et impera” y sus variantes “divite et vinves, divite et imperes y divite et regnes” fueron utilizados por Julio César y por Napoleón cuando se autonombró emperador. Sin embargo, al político florentino autor del “El príncipe” si bien tampoco dijo la frase “el fin justifica los medios” en ella se resumen muchas de sus ideas.
Justificar la forma como se gobierna que supone pasar el punto de trasgredir las leyes, parece expresión dictatorial, para Maquiavelo no es así, siempre se declaró partidario de la república bajo el principio hipotético de que toda comunidad tiene dos corrientes, la del pueblo y la de los poderosos que quieren gobernarlo. No obstante, nunca los enfrenta considerando que desde siempre ambas tendencias han sido integrantes de las organizaciones sociales y política, lo propuesto es conciliarlas. El filósofo italiano fue quien abrió el camino a la modernidad en su concepción política.
Para Maquiavelo el mejor régimen es una República bien organizada, aquella que logre dar participación a los dos grupos para así contener el conflicto que pudiera surgir en la esfera de la política. Tampoco, creo yo, un mal necesario, la historia de la humanidad desde los libros bíblicos siempre ha habido distinciones que el Derecho romano lo reglamentó con la representación del pueblo que en la actualidad serían las cámaras de diputados y senadores en nuestro país. De ahí que sea materia de estudio en las escuelas y facultades de leyes.
En lo nuestro, esta es la enorme diferencia entre el Derecho bien interpretado bajo la organización política plasmada en la Constitución de la República y la polarización de las ideas que ha provocado el mismísimo presidente de la república cuando la misión de todo gobernante es trabajar y fomentar la unión y el patriotismo de los habitantes, base del progreso de los pueblos y las naciones. El señor presidente elegido con holgada mayoría de los votantes (pero no de la mayoría del padrón electoral) parece que gobierna solo para esa tercera parte que lo llevaron legítimamente al poder. Uno (él) y sus treinta y dos millones de seguidores contra el doble contando los que se abstuvieron de ir a las urnas y los que no votaron por él.
Gobernar no es fácil como alguna vez lo dijo siendo candidato y menos en la época le tocó a D, Andrés Manuel. Heredó lacras de corrupción galopante y violencia criminal relacionada con el tráfico de estupefacientes. Imposible abatirlos de una plumada, mucho menos con “abrazos y no balazos”, lo que, si tuvimos la esperanza, es que la curva ascendente de conductas criminales, corrupción e impunidad se aplanara y a estas alturas de gobierno estuviera en franco descenso.
Resaca. El señor presidente está arremetiendo contra la institución, el INE, que hizo respetar la voluntad popular que lo llevó al triunfo en julio de 2018. Está pateando el pesebre.
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