/ domingo 24 de julio de 2022

Lealtad

“La pobreza más grande es la ignorancia... ya que te hace manipulable de los demás.” Antonio Páez Pinzón.

Honor, lealtad y fidelidad, la trilogía difícil de desmembrar, pero lícito el análisis de cada apoyo del sostén. Rendir honor es muestra de lealtad a una figura. Mientras el dirigente debe honrar a la sociedad que gobierna, por lo general los honores y lealtades del gobernado son dirigidos al superior.

En la política, las desviaciones y traiciones a la lealtad no sorprenden a nadie. En este espinoso campo es frecuente ver movimientos pendulares, saltos chapulinescos o agazapados a la expectativa de acomodarse en la mejor posición del siguiente gobierno.

Con excepciones, el propósito de militar en la política es lograr un puesto y vivir a costa de nuestros impuestos. Trascendente fue la frase “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error” acuñada por el diputado César Garizurieta, alias el Tlacuache, avezado veracruzano y legislador que, a decir de una nota de la revista de la Asamblea Legislativa, “cuando ya no pudo conservarse en la nómina oficial optó por el suicidio”.

Vicios persistentes a pesar de las grandes aportaciones que hizo el impopular presidente Carlos Salinas de Gortari para restaurar la democracia en el país, en particular por la creación el 11 de octubre 1990 de un organismo imparcial que da certeza, trasparencia y legalidad a las elecciones: el Instituto Federal Electoral (IFE) ahora Instituto Nacional Electoral, (INE) que desde hace un par de años sufre el acoso del ejecutivo federal haciendo de lado la lealtad que le debe a la Institución que hizo respetar el voto que lo llevó al poder.

Lealtades que pierden su brillo para convertirse en traiciones bajo el entorno del nacionalismo arcaico en un mundo globalizado y en algunos casos acusar a quienes opinan diferente o que defienden el Instituto, de traición a la patria. Hasta hace poco no se hablaba de alguien que acusara de esa magna felonía, el exagerado extremismo político provocado incita a la imputación. Es la enfermiza ambición de poder que selló la frase célebre el legislador Garizurieta.

Bajo esa ilación llevada bajo el brazo son pocos los que profesan lealtad al mandatario en turno, otros son lacayos temporales. Los muchos son los pobres manipulados con dádivas que no resuelven la penuria, por el contrario, los hunde al coartar el talento y la oportunidad para vivir de lo que más se aprecia, el producto del trabajo y no bajo el manto de dinero inmerecido. Lealtad nada honorable a un gobernante que ha destruido instituciones y organismos bases de la equidad y del progreso. Lealtad artificiosa por estar preñada de fanatismo cultivado por ilusorios programas sociales que bloquean la iniciativa de los que luchan por salir de la pobreza, que reducen la libertad hacia la mejora por ellos mismos, la que hace a los hombres y mujeres vivir y apreciar los bienes cuando ellos mismos los labran con esfuerzo, constancia, trabajo y talento.

En la historia, la fidelidad se relaciona con la obediencia ciega al monarca o por la relación esclavo-maestro. Los romanos tenían a la fidelidad como pilar del sostén del imperio apoyado en sus divinidades. La lealtad comprada con dinero es un engaño, debe ser ganada bajo el principio de respeto a la persona y no con apoyo del tesoro público.

flokay33@gmail.com

“La pobreza más grande es la ignorancia... ya que te hace manipulable de los demás.” Antonio Páez Pinzón.

Honor, lealtad y fidelidad, la trilogía difícil de desmembrar, pero lícito el análisis de cada apoyo del sostén. Rendir honor es muestra de lealtad a una figura. Mientras el dirigente debe honrar a la sociedad que gobierna, por lo general los honores y lealtades del gobernado son dirigidos al superior.

En la política, las desviaciones y traiciones a la lealtad no sorprenden a nadie. En este espinoso campo es frecuente ver movimientos pendulares, saltos chapulinescos o agazapados a la expectativa de acomodarse en la mejor posición del siguiente gobierno.

Con excepciones, el propósito de militar en la política es lograr un puesto y vivir a costa de nuestros impuestos. Trascendente fue la frase “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error” acuñada por el diputado César Garizurieta, alias el Tlacuache, avezado veracruzano y legislador que, a decir de una nota de la revista de la Asamblea Legislativa, “cuando ya no pudo conservarse en la nómina oficial optó por el suicidio”.

Vicios persistentes a pesar de las grandes aportaciones que hizo el impopular presidente Carlos Salinas de Gortari para restaurar la democracia en el país, en particular por la creación el 11 de octubre 1990 de un organismo imparcial que da certeza, trasparencia y legalidad a las elecciones: el Instituto Federal Electoral (IFE) ahora Instituto Nacional Electoral, (INE) que desde hace un par de años sufre el acoso del ejecutivo federal haciendo de lado la lealtad que le debe a la Institución que hizo respetar el voto que lo llevó al poder.

Lealtades que pierden su brillo para convertirse en traiciones bajo el entorno del nacionalismo arcaico en un mundo globalizado y en algunos casos acusar a quienes opinan diferente o que defienden el Instituto, de traición a la patria. Hasta hace poco no se hablaba de alguien que acusara de esa magna felonía, el exagerado extremismo político provocado incita a la imputación. Es la enfermiza ambición de poder que selló la frase célebre el legislador Garizurieta.

Bajo esa ilación llevada bajo el brazo son pocos los que profesan lealtad al mandatario en turno, otros son lacayos temporales. Los muchos son los pobres manipulados con dádivas que no resuelven la penuria, por el contrario, los hunde al coartar el talento y la oportunidad para vivir de lo que más se aprecia, el producto del trabajo y no bajo el manto de dinero inmerecido. Lealtad nada honorable a un gobernante que ha destruido instituciones y organismos bases de la equidad y del progreso. Lealtad artificiosa por estar preñada de fanatismo cultivado por ilusorios programas sociales que bloquean la iniciativa de los que luchan por salir de la pobreza, que reducen la libertad hacia la mejora por ellos mismos, la que hace a los hombres y mujeres vivir y apreciar los bienes cuando ellos mismos los labran con esfuerzo, constancia, trabajo y talento.

En la historia, la fidelidad se relaciona con la obediencia ciega al monarca o por la relación esclavo-maestro. Los romanos tenían a la fidelidad como pilar del sostén del imperio apoyado en sus divinidades. La lealtad comprada con dinero es un engaño, debe ser ganada bajo el principio de respeto a la persona y no con apoyo del tesoro público.

flokay33@gmail.com