/ domingo 29 de noviembre de 2020

Sine Qua Non

¿Para siempre?

No se trata del título de alguna canción romántica por excelencia, es una inquisición que intenta ser reflexiva. Y les diré que alguna nostalgia me asalta, he estado acordando de mis abuelos, de mi padre, pues por fortuna de la vida todavía cuento con mi señora madre, quien por cierto goza de buena salud con más de ocho décadas a cuestas. Cómo era la vida en Celaya de hace al menos 60 años atrás, recuerdo bien: ¡Paz y tranquilidad! Por supuesto había un mundo de la delincuencia y que llegaba a conmocionar a la sociedad, en los años sesentas: Las Poquianchis, un episodio oscuro que ni al más sórdido autor de la novela negra, se le pudo ocurrir y menos en un pueblo tan quieto como podía ser Cuerámaro, por ejemplo. Pero, Celaya, era muy ajeno y distante a tales sucesos. Se decretó cierre de burdeles y negocios similares, por el entonces gobernador Juan José Torres Landa, para muchos el último político de cepa.

El boulevard López Mateos, obra odiada y criticada por algunos sectores, más azuzados que en verdad perjudicados, casi linchan al Lic. Javier Guerrero Rico, entonces Presidente Municipal, por haber “permitido la obra pública, con un gran pecado: Derrumbar el templo de la Compañía de Jesús, donde hoy se erige un hotel” –que por cierto, todavía es desfogue vehicular y eso se llama visión urbanística, lo que hoy falta-. En fin. No quiero desviarme.

El punto es que siempre, desde el centro, nos imponen candidatos, vienen a decidir sujetos, con la supina idea de que somos parvularios políticos y necesitamos dirección. Se acabaron los tiempos en que aquí las fuerzas políticas locales eran más participativas. Sin óbice de alguna negociación a la mera hora bajo la mesa. Aunque esa molestia sigue y se manifiesta, pero no tiene eco y aquí, los ciudadanos somos indiferentes, que no es lo mismo que conformistas.

En lo particular me gusta que haya efervescencia y se descubran al electorado, opciones, aunque similares, un tanto diferentes. Pero, finalmente: ¿Serán sólo peones para “decir” que hay democracia? ¿Cuál es el proyecto solucionador? ¿Van por su cuenta o de qué grupo son? ¿Por qué creen o alguien les dijo que sí podrán con el reto? ¿Por qué consideran que necesitan a un Partido Político? Esas son pocas preguntas retrospectivas y lo más importante, saber qué contestarían y sí lo harían con honestidad.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Un punto relevante es entender que somos los ciudadanos quienes deberemos tomar las decisiones y es razón de que estemos también, en las condiciones actuales. Es una pena admitir que NO necesitamos de ningún Partido Político, NO como han actuado, que les interesa el voto porque se traduce en dinero; por más que sean el medio constitucional por excelencia. Son grupos que no saben ni quieren saber de qué se trata la democracia, que se hacen pedazos al interior, cuando ni siquiera han madurado su proyecto, que se empeñan en tener un “papá” que los lleve de la mano, cuando debería ser al revés. ¿Eso necesitamos los celayenses? ¡Carajo! De ser así, entonces sí es para siempre, que sigamos sumidos, que merecemos los gobiernos parásitos, que haremos monumentos a políticos venales, viviendo bajo el terrorismo delincuencial; una pandemia que no se ha sabido manejar y la indiferencia del gobierno en todos sus niveles, entonces sí tienen razón los abstencionistas. Vaya pues, ¿Todavía hay un ápice de valor cívico? Hay que demostrarlo mis estimados. Cuídense mucho, por favor.

¿Para siempre?

No se trata del título de alguna canción romántica por excelencia, es una inquisición que intenta ser reflexiva. Y les diré que alguna nostalgia me asalta, he estado acordando de mis abuelos, de mi padre, pues por fortuna de la vida todavía cuento con mi señora madre, quien por cierto goza de buena salud con más de ocho décadas a cuestas. Cómo era la vida en Celaya de hace al menos 60 años atrás, recuerdo bien: ¡Paz y tranquilidad! Por supuesto había un mundo de la delincuencia y que llegaba a conmocionar a la sociedad, en los años sesentas: Las Poquianchis, un episodio oscuro que ni al más sórdido autor de la novela negra, se le pudo ocurrir y menos en un pueblo tan quieto como podía ser Cuerámaro, por ejemplo. Pero, Celaya, era muy ajeno y distante a tales sucesos. Se decretó cierre de burdeles y negocios similares, por el entonces gobernador Juan José Torres Landa, para muchos el último político de cepa.

El boulevard López Mateos, obra odiada y criticada por algunos sectores, más azuzados que en verdad perjudicados, casi linchan al Lic. Javier Guerrero Rico, entonces Presidente Municipal, por haber “permitido la obra pública, con un gran pecado: Derrumbar el templo de la Compañía de Jesús, donde hoy se erige un hotel” –que por cierto, todavía es desfogue vehicular y eso se llama visión urbanística, lo que hoy falta-. En fin. No quiero desviarme.

El punto es que siempre, desde el centro, nos imponen candidatos, vienen a decidir sujetos, con la supina idea de que somos parvularios políticos y necesitamos dirección. Se acabaron los tiempos en que aquí las fuerzas políticas locales eran más participativas. Sin óbice de alguna negociación a la mera hora bajo la mesa. Aunque esa molestia sigue y se manifiesta, pero no tiene eco y aquí, los ciudadanos somos indiferentes, que no es lo mismo que conformistas.

En lo particular me gusta que haya efervescencia y se descubran al electorado, opciones, aunque similares, un tanto diferentes. Pero, finalmente: ¿Serán sólo peones para “decir” que hay democracia? ¿Cuál es el proyecto solucionador? ¿Van por su cuenta o de qué grupo son? ¿Por qué creen o alguien les dijo que sí podrán con el reto? ¿Por qué consideran que necesitan a un Partido Político? Esas son pocas preguntas retrospectivas y lo más importante, saber qué contestarían y sí lo harían con honestidad.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Un punto relevante es entender que somos los ciudadanos quienes deberemos tomar las decisiones y es razón de que estemos también, en las condiciones actuales. Es una pena admitir que NO necesitamos de ningún Partido Político, NO como han actuado, que les interesa el voto porque se traduce en dinero; por más que sean el medio constitucional por excelencia. Son grupos que no saben ni quieren saber de qué se trata la democracia, que se hacen pedazos al interior, cuando ni siquiera han madurado su proyecto, que se empeñan en tener un “papá” que los lleve de la mano, cuando debería ser al revés. ¿Eso necesitamos los celayenses? ¡Carajo! De ser así, entonces sí es para siempre, que sigamos sumidos, que merecemos los gobiernos parásitos, que haremos monumentos a políticos venales, viviendo bajo el terrorismo delincuencial; una pandemia que no se ha sabido manejar y la indiferencia del gobierno en todos sus niveles, entonces sí tienen razón los abstencionistas. Vaya pues, ¿Todavía hay un ápice de valor cívico? Hay que demostrarlo mis estimados. Cuídense mucho, por favor.

ÚLTIMASCOLUMNAS