/ domingo 20 de diciembre de 2020

Sine que non

La Religión y la Política

Las fiestas navideñas a “tiro de piedra”, pero sin el sabor acostumbrado por tantas restricciones, miedos e inseguridades. Los jilgueros anunciaron una “nueva realidad”, para dejar en manos de los mexicanos, su propio destino: ¡Quédense en casa! Dice la propaganda oficial. Aunque no dicen cómo vamos a sobrevivir sin empleo, sin condiciones de económicas viables (por más que se haya aumentado en un 15% el salario mínimo, como un flaco favor), mientras el “Tlatoani” sonríe a las cámaras.

Y de acuerdo a las creencias generalizadas, son tiempos de esperanza pues ya viene el Niño, que como la estrella de Belén traerá luz en nuestro camino. ¿Qué podemos esperar de los gobernantes? Casi nada, por desgracia. Aunque tampoco se puede negar que el “sistema político” parece caminar solo, sin mucha necesidad de personajes, por mesiánicos que resulten. De tal suerte que no hay cambio de régimen, es el mismo, con algunos matices que se quieren pintar de color grana, a cualquier costo. ¿Los pobres? Bueno, son necesarios para ése “sistema”: carne de cañón electoral, madera con que se construye la esperanza, clientela política, que en gran paradoja oxigena al “sistema”. Y luego, los que pululan en variopintos Partidos Políticos, poniendo incluso sus propios recursos –a pesar de que aquellos tienen jugosas prerrogativas, cuyo destino está bajo la lupa del INE, pero que curiosamente, no llegan precisamente a sus propósitos que impone la Ley- con la supina idea de salir de algún modo favorecidos, aunque sea con una chamba en el mentado “sistema”.

Mientras algunos políticos de aquí y acullá, no guardan su distancia con la religión y de lo privado –que sería lo legal y políticamente correcto- saltan a la palestra invocando mensajes con olor a incienso, con referencias de Salmos religiosos, incluso, con paráfrasis de Jesús. Lo que no es nuevo. Ahí está el ejemplo, de mensajes moralistas, o de franco tinte religioso, como sucede aquí, y al Norte, con el nuevo ungido Presidente. Atrás o al frente, demócratas como los Clinton, los Obama y sus planes abiertos o subrepticios con el negocio de las armas, o las drogas. Aunque, por supuesto, nos dicen otra cosa. Grandes amigos de Felipillo Calderón, o que hasta dejaron libre de cargos al general Cienfuegos. Con un visible político como Biden, católico y conservador. Ya hay analistas que aseguran el arribo de la Hilary, en parte por la edad de nuevo Presidente. En fin. ¿Afectará que acá tenemos un Presidente que es protestante, en alguna rama pentecostal? Tal vez no. Dado el pragmatismo norteamericano, sin embargo, sí habrá cambios favorables para los “enemigos” de AMLO, pues estarán protegidos por el ala demócrata de los EUA.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Por supuesto, tenemos que estar más con el ojo avizor, en lo que sucede y va a pasar en nuestro País, al borde del colapso sanitario y económico, y va que vuela a lo político-electoral. ¿Vamos a seguir apoyando falacias, políticas públicas mesiánicas y fallidas? ¿Una avaricia y terrorismo fiscal? En fin. Voy a detenerme, no quiero dar un mensaje tan negativo, aunque hay razón para ello. Mejor apelo al viejo espíritu y a la idiosincrasia mexicana: Debemos conservar la mirada alta, la esperanza –no en una “transformación” sin brújula y falaz- sino en nosotros mismos, pues en parte sí tiene razón el mensaje oficial de que depende de los mexicanos, “salvar el barco”, pero a la vez nos indica que así, no necesitamos de ésos que se plantan y presentan como nuestros únicos salvadores y nos engañan sistemáticamente. Debemos decir ¡NO! a la demagogia, a candidatos alejados de la honestidad, de la ciudadanía. Y si se trata de seguir el mensaje cristico, navideño, así sea: ¡Seamos fraternos, solidarios, caritativos, libres, honestos! Es la vieja fórmula que luego olvidamos y creemos que se trata de dispendio, de fiesta, de relajo. Honremos al Niño, no al hombre falaz. Cuídense mucho, arrecia el mal pandémico. Dentro de lo posible: ¡Pásenla en paz y en familia!

La Religión y la Política

Las fiestas navideñas a “tiro de piedra”, pero sin el sabor acostumbrado por tantas restricciones, miedos e inseguridades. Los jilgueros anunciaron una “nueva realidad”, para dejar en manos de los mexicanos, su propio destino: ¡Quédense en casa! Dice la propaganda oficial. Aunque no dicen cómo vamos a sobrevivir sin empleo, sin condiciones de económicas viables (por más que se haya aumentado en un 15% el salario mínimo, como un flaco favor), mientras el “Tlatoani” sonríe a las cámaras.

Y de acuerdo a las creencias generalizadas, son tiempos de esperanza pues ya viene el Niño, que como la estrella de Belén traerá luz en nuestro camino. ¿Qué podemos esperar de los gobernantes? Casi nada, por desgracia. Aunque tampoco se puede negar que el “sistema político” parece caminar solo, sin mucha necesidad de personajes, por mesiánicos que resulten. De tal suerte que no hay cambio de régimen, es el mismo, con algunos matices que se quieren pintar de color grana, a cualquier costo. ¿Los pobres? Bueno, son necesarios para ése “sistema”: carne de cañón electoral, madera con que se construye la esperanza, clientela política, que en gran paradoja oxigena al “sistema”. Y luego, los que pululan en variopintos Partidos Políticos, poniendo incluso sus propios recursos –a pesar de que aquellos tienen jugosas prerrogativas, cuyo destino está bajo la lupa del INE, pero que curiosamente, no llegan precisamente a sus propósitos que impone la Ley- con la supina idea de salir de algún modo favorecidos, aunque sea con una chamba en el mentado “sistema”.

Mientras algunos políticos de aquí y acullá, no guardan su distancia con la religión y de lo privado –que sería lo legal y políticamente correcto- saltan a la palestra invocando mensajes con olor a incienso, con referencias de Salmos religiosos, incluso, con paráfrasis de Jesús. Lo que no es nuevo. Ahí está el ejemplo, de mensajes moralistas, o de franco tinte religioso, como sucede aquí, y al Norte, con el nuevo ungido Presidente. Atrás o al frente, demócratas como los Clinton, los Obama y sus planes abiertos o subrepticios con el negocio de las armas, o las drogas. Aunque, por supuesto, nos dicen otra cosa. Grandes amigos de Felipillo Calderón, o que hasta dejaron libre de cargos al general Cienfuegos. Con un visible político como Biden, católico y conservador. Ya hay analistas que aseguran el arribo de la Hilary, en parte por la edad de nuevo Presidente. En fin. ¿Afectará que acá tenemos un Presidente que es protestante, en alguna rama pentecostal? Tal vez no. Dado el pragmatismo norteamericano, sin embargo, sí habrá cambios favorables para los “enemigos” de AMLO, pues estarán protegidos por el ala demócrata de los EUA.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Por supuesto, tenemos que estar más con el ojo avizor, en lo que sucede y va a pasar en nuestro País, al borde del colapso sanitario y económico, y va que vuela a lo político-electoral. ¿Vamos a seguir apoyando falacias, políticas públicas mesiánicas y fallidas? ¿Una avaricia y terrorismo fiscal? En fin. Voy a detenerme, no quiero dar un mensaje tan negativo, aunque hay razón para ello. Mejor apelo al viejo espíritu y a la idiosincrasia mexicana: Debemos conservar la mirada alta, la esperanza –no en una “transformación” sin brújula y falaz- sino en nosotros mismos, pues en parte sí tiene razón el mensaje oficial de que depende de los mexicanos, “salvar el barco”, pero a la vez nos indica que así, no necesitamos de ésos que se plantan y presentan como nuestros únicos salvadores y nos engañan sistemáticamente. Debemos decir ¡NO! a la demagogia, a candidatos alejados de la honestidad, de la ciudadanía. Y si se trata de seguir el mensaje cristico, navideño, así sea: ¡Seamos fraternos, solidarios, caritativos, libres, honestos! Es la vieja fórmula que luego olvidamos y creemos que se trata de dispendio, de fiesta, de relajo. Honremos al Niño, no al hombre falaz. Cuídense mucho, arrecia el mal pandémico. Dentro de lo posible: ¡Pásenla en paz y en familia!

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