/ domingo 2 de enero de 2022

Año Nuevo, El Inmutable Tiempo

Una vuelta más de nuestro planeta, la pequeña aldea en el espacio que circunda en torno al sol, la estrella más cercana, el astro de la luz y la energía, la fuente de vida y aliento de nuestra existencia. Mientas tanto el planeta realiza un pirouette de Ballet para señalar con oscuridad y luz un día y 365 veces para completar un año en su trayectoria elíptica alrededor del Ra de los egipcios; de Helio, el Titán hijo de Hiperión y Tea de los griegos; de Sunna, la deidad en la mitología nórdica; de Inti, dios sol de los incas o Tonatiuh de los aztecas. El sol divinizado por decenas de culturas.

La Biblia relata que Jehovah creó el sol, la luz y el fuego en el primer día de la creación, es quizá la única coincidencia entre la ciencia y el génesis si interpretamos que la vida y el movimiento, no fueron posible sin que antes hubiera la fuente de energía, el sol.

Movimiento, distancias y tiempo que introducen a la madre de las ciencias: la astronomía que da paso a las matemáticas. Efectos que, sin entrar en cálculos siderales, dieron arranque a la filosofía para cuestionar todo lo que nos rodea, desde lo tangible, hasta lo que no podemos ver; esclarecer el origen del hombre, el significado de la vida o la aplicación de las tesis en la vida cotidiana suponiendo, investigando y comprobando siempre en busca de la verdad.

Por otro lado, se propone que hace alrededor de 15 mil millones de años sucedió un fenómeno cósmico llamado “Big Bang” o “gran estallido” que dio origen al Universo. Es la teoría del modelo cosmológico que tiene la mayor aceptación en la comunidad científica para entender y explicar el origen del Universo. Según mi parecer no está reñida con la escritura bíblica pues entiendo que en la creencia judía cristiana no es un acto de fe, o sea que ningún cristiano de cualquier religión está obligado a creer lo que nos enseña el texto más leído en la historia de la humanidad.

La teoría del “Big Ban” primero va al encuentro de la materia en general y de allí parte a la orgánica, a la que tiene vida, desde un microbio, una celda vegetal, un hongo o un protozoario hasta el ser dotado de inteligencia.

En esta columna trato de concebir lo que motiva a celebrar en esta fecha el instante del paso de un año para otro en la cultura occidental u en otra para la china. Todo es cuestión de tiempo, cuya pauta está en la astronomía y sin embargo se sigue cuestionando una definición al vocablo “tiempo”. Pensadores nos agitan las neuronas con preguntas sin respuestas. ¿En realidad existe el tiempo? ¿Es constante y eterno, o efímero? o la pregunta para mi absurda: ¿Cuándo comenzó a medirse el tiempo?, puesto que ¿antes de comenzar a medir el tiempo que había? Aquí es donde el hombre echa mano de la teología.

Así sea el origen del universo por el señalamiento bíblico o por el Big Bang, el movimiento de nuestro planeta sobre su eje y alrededor del sol ha sido el pilar para que la inteligencia humana, auxiliada por los números organizara el tiempo dividiéndolo desde segundos, hasta los días y los años. De cualquier forma, iniciamos un año con iniciativas y propósitos tejidos entre la esperanza y la incertidumbre.

Termino estos renglones deseando a mis lectores, prosperidad, salud y Paz en su entorno y en sus vidas.

Una vuelta más de nuestro planeta, la pequeña aldea en el espacio que circunda en torno al sol, la estrella más cercana, el astro de la luz y la energía, la fuente de vida y aliento de nuestra existencia. Mientas tanto el planeta realiza un pirouette de Ballet para señalar con oscuridad y luz un día y 365 veces para completar un año en su trayectoria elíptica alrededor del Ra de los egipcios; de Helio, el Titán hijo de Hiperión y Tea de los griegos; de Sunna, la deidad en la mitología nórdica; de Inti, dios sol de los incas o Tonatiuh de los aztecas. El sol divinizado por decenas de culturas.

La Biblia relata que Jehovah creó el sol, la luz y el fuego en el primer día de la creación, es quizá la única coincidencia entre la ciencia y el génesis si interpretamos que la vida y el movimiento, no fueron posible sin que antes hubiera la fuente de energía, el sol.

Movimiento, distancias y tiempo que introducen a la madre de las ciencias: la astronomía que da paso a las matemáticas. Efectos que, sin entrar en cálculos siderales, dieron arranque a la filosofía para cuestionar todo lo que nos rodea, desde lo tangible, hasta lo que no podemos ver; esclarecer el origen del hombre, el significado de la vida o la aplicación de las tesis en la vida cotidiana suponiendo, investigando y comprobando siempre en busca de la verdad.

Por otro lado, se propone que hace alrededor de 15 mil millones de años sucedió un fenómeno cósmico llamado “Big Bang” o “gran estallido” que dio origen al Universo. Es la teoría del modelo cosmológico que tiene la mayor aceptación en la comunidad científica para entender y explicar el origen del Universo. Según mi parecer no está reñida con la escritura bíblica pues entiendo que en la creencia judía cristiana no es un acto de fe, o sea que ningún cristiano de cualquier religión está obligado a creer lo que nos enseña el texto más leído en la historia de la humanidad.

La teoría del “Big Ban” primero va al encuentro de la materia en general y de allí parte a la orgánica, a la que tiene vida, desde un microbio, una celda vegetal, un hongo o un protozoario hasta el ser dotado de inteligencia.

En esta columna trato de concebir lo que motiva a celebrar en esta fecha el instante del paso de un año para otro en la cultura occidental u en otra para la china. Todo es cuestión de tiempo, cuya pauta está en la astronomía y sin embargo se sigue cuestionando una definición al vocablo “tiempo”. Pensadores nos agitan las neuronas con preguntas sin respuestas. ¿En realidad existe el tiempo? ¿Es constante y eterno, o efímero? o la pregunta para mi absurda: ¿Cuándo comenzó a medirse el tiempo?, puesto que ¿antes de comenzar a medir el tiempo que había? Aquí es donde el hombre echa mano de la teología.

Así sea el origen del universo por el señalamiento bíblico o por el Big Bang, el movimiento de nuestro planeta sobre su eje y alrededor del sol ha sido el pilar para que la inteligencia humana, auxiliada por los números organizara el tiempo dividiéndolo desde segundos, hasta los días y los años. De cualquier forma, iniciamos un año con iniciativas y propósitos tejidos entre la esperanza y la incertidumbre.

Termino estos renglones deseando a mis lectores, prosperidad, salud y Paz en su entorno y en sus vidas.