Una vuelta más de nuestro planeta, la pequeña aldea en el espacio que circunda en torno al sol, la estrella más cercana, el astro de la luz y la energía, la fuente de vida y aliento de nuestra existencia. Mientas tanto el planeta realiza un pirouette de Ballet para señalar con oscuridad y luz un día y 365 veces para completar un año en su trayectoria elíptica alrededor del Ra de los egipcios; de Helio, el Titán hijo de Hiperión y Tea de los griegos; de Sunna, la deidad en la mitología nórdica; de Inti, dios sol de los incas o Tonatiuh de los aztecas. El sol divinizado por decenas de culturas.
La Biblia relata que Jehovah creó el sol, la luz y el fuego en el primer día de la creación, es quizá la única coincidencia entre la ciencia y el génesis si interpretamos que la vida y el movimiento, no fueron posible sin que antes hubiera la fuente de energía, el sol.
Movimiento, distancias y tiempo que introducen a la madre de las ciencias: la astronomía que da paso a las matemáticas. Efectos que, sin entrar en cálculos siderales, dieron arranque a la filosofía para cuestionar todo lo que nos rodea, desde lo tangible, hasta lo que no podemos ver; esclarecer el origen del hombre, el significado de la vida o la aplicación de las tesis en la vida cotidiana suponiendo, investigando y comprobando siempre en busca de la verdad.
Por otro lado, se propone que hace alrededor de 15 mil millones de años sucedió un fenómeno cósmico llamado “Big Bang” o “gran estallido” que dio origen al Universo. Es la teoría del modelo cosmológico que tiene la mayor aceptación en la comunidad científica para entender y explicar el origen del Universo. Según mi parecer no está reñida con la escritura bíblica pues entiendo que en la creencia judía cristiana no es un acto de fe, o sea que ningún cristiano de cualquier religión está obligado a creer lo que nos enseña el texto más leído en la historia de la humanidad.
La teoría del “Big Ban” primero va al encuentro de la materia en general y de allí parte a la orgánica, a la que tiene vida, desde un microbio, una celda vegetal, un hongo o un protozoario hasta el ser dotado de inteligencia.
En esta columna trato de concebir lo que motiva a celebrar en esta fecha el instante del paso de un año para otro en la cultura occidental u en otra para la china. Todo es cuestión de tiempo, cuya pauta está en la astronomía y sin embargo se sigue cuestionando una definición al vocablo “tiempo”. Pensadores nos agitan las neuronas con preguntas sin respuestas. ¿En realidad existe el tiempo? ¿Es constante y eterno, o efímero? o la pregunta para mi absurda: ¿Cuándo comenzó a medirse el tiempo?, puesto que ¿antes de comenzar a medir el tiempo que había? Aquí es donde el hombre echa mano de la teología.
Así sea el origen del universo por el señalamiento bíblico o por el Big Bang, el movimiento de nuestro planeta sobre su eje y alrededor del sol ha sido el pilar para que la inteligencia humana, auxiliada por los números organizara el tiempo dividiéndolo desde segundos, hasta los días y los años. De cualquier forma, iniciamos un año con iniciativas y propósitos tejidos entre la esperanza y la incertidumbre.
Termino estos renglones deseando a mis lectores, prosperidad, salud y Paz en su entorno y en sus vidas.