/ miércoles 29 de noviembre de 2023

Cara Cubierta

Insensible como las máscaras que talan diablos en los alrededores de los bosques de Michoacán, con la mirada congelada para que no se note su desfachatez de no tener en el cuerpo un corazón insensible para lo que sucede o hacerse el menso ante los reclamos de miradas tristes y de estómagos con agua solamente, descarado en su actuar frente al micrófono, forzando unas sonrisas de señorita que usa dentífrico pero que sus palabras salgan tan sucias como las calles de las comunidades de los alrededores de Acapulco, las pestañas se le meten en las miradas que le dan asco a los que vemos con ignominia su actuar, sus pasos de adelante para atrás y de atrás para adelante van dejando una estela con olores fatuos, van dejando el aire putrefacto por su actuar tan pésimo, su olor es de vómito estomacal porque no se puede librar de la rabia de gente que llora por lo que le hizo el huracán y este engendro salido de los pantanos de estiércol de palacio, que sigue los pasos sobre los que actuaba Santa Ana, se ve por las noches besarle la mano a sus aires que dejó en las tardes donde planeaba entregar la mitad del territorio por unas monedas, se le ha visto clamar espíritus que liberen al Antonio López y que los inciensos que le prende forjan figuras de traidor y tirano, por eso se le ve sobre la cama derramando sangre gris de insensible actuar.

Se mueve como para aparentar que en el país se tiene cubiertas las fumigaciones contra el Dengue, esa acción que en anteriores sexenios eran acciones prioritarias hasta en las poblaciones más escondidas del país. Con los dientes sucios de haber tomado café y galletas ante monos que solamente están para decir sí, señor, sí señor, a las seis de la mañana y que no concretan nada porque no se les permite usurpar con propuestas económicas para la adquisición de medicamentos, todas esas caras que en la oscuridad como ratas de mercado arriban al palacio en el que pisaron las ideas libertarias de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y que llegan con sus tacones maloliendo a mugre de escritorio, se marcan cifras aduladoras entre galleta y galleta, se borran manchas de sangre comprometedoras, se maquillan cuentas y se voltean los números para que la efigie no presente malestar en su cara blanca porque cada día con traje diferente sale al salón ante marionetas con plumas y hojitas continúen la farsa de gobernar que se dicta en el zócalo de la ciudad de México.

Esas propuestas maquilladas no dejan pasar los cobros de piso. El guachicol ese robo de gasolina que predomina en todo el país por donde hay ductos de Pemex y que el chairo tampoco ve sino solamente la ven la figura de su idolatrado; la máscara anda mexicano, como niño con pañal zurrado se le ve separarse del micrófono y va para atrás tras flatulencias que le mandan de adentro porque para traer esa cara de aguanta tripas hay que alejarse.

El pódium aguanta las verdades tergiversadas, en otros sexenios el país florecía en su economía y se combatía con el General Durazo las acciones malas y temblaban los pies de delincuentes, se ordenaba inmediata acción y ahora las carpetas se abren y se abren con hojas vacías, los resultados se esconden bajo o simplemente no se tienen, los militares llegan después, como la servidumbre cuando pierde su camión, con las manos vacías se le responde al ciudadano, las hojas se amontonan como residuos en los basureros municipales y sin posibilidad de respuesta, entretanto cada vez más lágrimas invaden cubetas llenas de impotencia en las calles de los estados generalmente de gobiernos guindas, porque los gobernadores solamente andan como los paseos ciclistas dándole vueltas a la vida. Don mascarón ahora se pasea por las calles limpias, usa aviones de armada anda miedoso y se guarda en sus noches de hipocresía.

Insensible como las máscaras que talan diablos en los alrededores de los bosques de Michoacán, con la mirada congelada para que no se note su desfachatez de no tener en el cuerpo un corazón insensible para lo que sucede o hacerse el menso ante los reclamos de miradas tristes y de estómagos con agua solamente, descarado en su actuar frente al micrófono, forzando unas sonrisas de señorita que usa dentífrico pero que sus palabras salgan tan sucias como las calles de las comunidades de los alrededores de Acapulco, las pestañas se le meten en las miradas que le dan asco a los que vemos con ignominia su actuar, sus pasos de adelante para atrás y de atrás para adelante van dejando una estela con olores fatuos, van dejando el aire putrefacto por su actuar tan pésimo, su olor es de vómito estomacal porque no se puede librar de la rabia de gente que llora por lo que le hizo el huracán y este engendro salido de los pantanos de estiércol de palacio, que sigue los pasos sobre los que actuaba Santa Ana, se ve por las noches besarle la mano a sus aires que dejó en las tardes donde planeaba entregar la mitad del territorio por unas monedas, se le ha visto clamar espíritus que liberen al Antonio López y que los inciensos que le prende forjan figuras de traidor y tirano, por eso se le ve sobre la cama derramando sangre gris de insensible actuar.

Se mueve como para aparentar que en el país se tiene cubiertas las fumigaciones contra el Dengue, esa acción que en anteriores sexenios eran acciones prioritarias hasta en las poblaciones más escondidas del país. Con los dientes sucios de haber tomado café y galletas ante monos que solamente están para decir sí, señor, sí señor, a las seis de la mañana y que no concretan nada porque no se les permite usurpar con propuestas económicas para la adquisición de medicamentos, todas esas caras que en la oscuridad como ratas de mercado arriban al palacio en el que pisaron las ideas libertarias de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y que llegan con sus tacones maloliendo a mugre de escritorio, se marcan cifras aduladoras entre galleta y galleta, se borran manchas de sangre comprometedoras, se maquillan cuentas y se voltean los números para que la efigie no presente malestar en su cara blanca porque cada día con traje diferente sale al salón ante marionetas con plumas y hojitas continúen la farsa de gobernar que se dicta en el zócalo de la ciudad de México.

Esas propuestas maquilladas no dejan pasar los cobros de piso. El guachicol ese robo de gasolina que predomina en todo el país por donde hay ductos de Pemex y que el chairo tampoco ve sino solamente la ven la figura de su idolatrado; la máscara anda mexicano, como niño con pañal zurrado se le ve separarse del micrófono y va para atrás tras flatulencias que le mandan de adentro porque para traer esa cara de aguanta tripas hay que alejarse.

El pódium aguanta las verdades tergiversadas, en otros sexenios el país florecía en su economía y se combatía con el General Durazo las acciones malas y temblaban los pies de delincuentes, se ordenaba inmediata acción y ahora las carpetas se abren y se abren con hojas vacías, los resultados se esconden bajo o simplemente no se tienen, los militares llegan después, como la servidumbre cuando pierde su camión, con las manos vacías se le responde al ciudadano, las hojas se amontonan como residuos en los basureros municipales y sin posibilidad de respuesta, entretanto cada vez más lágrimas invaden cubetas llenas de impotencia en las calles de los estados generalmente de gobiernos guindas, porque los gobernadores solamente andan como los paseos ciclistas dándole vueltas a la vida. Don mascarón ahora se pasea por las calles limpias, usa aviones de armada anda miedoso y se guarda en sus noches de hipocresía.