/ jueves 28 de marzo de 2024

Señor Coraje

Desde un lugar mañanero, con los pelos aplastados por fijador, con la mueca escondida observamos en los noticieros al que se va, al que las piernas de horqueta le arrastran aunque calcetines y zapatos nuevos comprados con el presupuesto anual asignado a los gastos del presidente no modifican su andar; con el aire saliendo de manera más acelerada por la caminata desde donde lo dejan los ex guardias presidenciales que acompañan a todo mandatario y con guayabera ocultando el arma para repeler las miradas de ese “pueblo bueno” que le lanza miradas de ira y que desde que su imagen cambió con sus caprichos diarios y vocablos insultantes hacia los “complots” que sufre su cabeza blanca en los comunicados del internet que lo nombran con la cara embarrada con carcajadas salidas de montajes ante sus aseveraciones de pañuelito blanco, otros que le recuerdan su enterrada progenitora que saben no la tiene, fotografías que ridiculizan al poderoso don que le da la representación del país, burlas que le empujan la espalda y le hacen agachar la cabeza o llevarse la mano a la frente, caricaturas en su frente del sufrimiento que le recalca tanto que le hace subir la muina hasta el cogote y expulsar en palabras malolientes ante periodistas invitados que reproducen todo tergiversado por el favor de haber sido sentados en el lugar dicho, esos escuchas que con libreta y pluma tratan de apuntar las mentiras que flotan en el recinto, esas palabras que por comer tanta pastilla salen cubiertas de suciedad mental, son tan pesadas que algunas caen solas sin que nadie las escuche como una columna de concreto que ha quedado fija en compañía de la cueva forjada en el suelo de un cenote que lo soporta porque es de seguridad nacional, esa seguridad inventada en casos de guerra pero que es el escudo que el cobarde porta cuando ve perdida la guerra de los protectores de los bienes autóctonos de la nación. A veces se le vio con el ojo casi cerrado como el jorobado de nuestra señora de París, porque una palabra dura le golpeó la cabeza creándole un aire turbulento que lo dejó cojo de una vista, y es que las palabras duelen como las de Alasraki en sus desayunos en los que Carlos prolifera altisonantes palabras que retumban hasta en palacio; la palabra es dura como monolito que sigue parado en pirámides de Tula Hidalgo, ese Hidalgo en el que nace una flor campirana que le cerraron la entrada una mañana, esa mañana en la que cargaba un sable tan filoso que Chucho le tuvo miedo por el reflejo que le daba el sol que en ese día se asomó más temprano para observar el chisme en el zócalo de la ciudad; también la mujer de rosa cargaba un montón de palabras para volcarlas hacia el estrado del blanco que preside, le quería descalabrar la investidura, arrugarla y tirarla a la cámara que se mece en un pequeño riel; la candidata X y Claudio del mismo formato le tienen reservado una artillería de palabras con letras grandes, que salen directo del cuerpo limpio y trabajador de todo empresario que busca el bien de la comunidad, pueden apachurrar las sandeces proliferadas tanto tiempo en el recinto del virrey Andy amparado por los morados zurdos que deambulan en los salones del edificio del que fue el centro ceremonial Azteca, lugar que será enterrado por los ciudadanos como monolito, como pirámide de los huesos, como cayó el templo Mayor esa gran y omnipotente que se creía invencible por los dioses que contenía, ídolos que caerán porque traen en la cabeza a Marx, Fidel, Silvio y el chavismo, si, esos ya van cayendo y en unos meses botarán como los árboles que cortaron para el tren, ese capricho que lastima la tierra de la península yucateca, pronto las pocas raíces que querían dejar en libros para infantes aludiendo que la matemática y Benito no estaban bien, que catafixia dinero por identificaciones del INE, esos que quitaron la Policía Federal por una guardia civil que nada tiene de guardia y ha solapado problemas nacionales con sus carros blancos y uniformes con nubes grises esos chamacos que se han vendido para usurpar la dignidad de la vigilancia carretera, todos son comandados por esos guindas y morados de la cabeza que se cierran a la libertad como en cuba, esos morados de la sangre solapadores del cobro de piso, esos, si, esos no van a resistir las miradas del mundo libre, del futuro que viene como huracán de Octubre, el futuro tecnológico al que se va a abrir nuestro país, a la par del mundo estudioso de la creación del humano.


Desde un lugar mañanero, con los pelos aplastados por fijador, con la mueca escondida observamos en los noticieros al que se va, al que las piernas de horqueta le arrastran aunque calcetines y zapatos nuevos comprados con el presupuesto anual asignado a los gastos del presidente no modifican su andar; con el aire saliendo de manera más acelerada por la caminata desde donde lo dejan los ex guardias presidenciales que acompañan a todo mandatario y con guayabera ocultando el arma para repeler las miradas de ese “pueblo bueno” que le lanza miradas de ira y que desde que su imagen cambió con sus caprichos diarios y vocablos insultantes hacia los “complots” que sufre su cabeza blanca en los comunicados del internet que lo nombran con la cara embarrada con carcajadas salidas de montajes ante sus aseveraciones de pañuelito blanco, otros que le recuerdan su enterrada progenitora que saben no la tiene, fotografías que ridiculizan al poderoso don que le da la representación del país, burlas que le empujan la espalda y le hacen agachar la cabeza o llevarse la mano a la frente, caricaturas en su frente del sufrimiento que le recalca tanto que le hace subir la muina hasta el cogote y expulsar en palabras malolientes ante periodistas invitados que reproducen todo tergiversado por el favor de haber sido sentados en el lugar dicho, esos escuchas que con libreta y pluma tratan de apuntar las mentiras que flotan en el recinto, esas palabras que por comer tanta pastilla salen cubiertas de suciedad mental, son tan pesadas que algunas caen solas sin que nadie las escuche como una columna de concreto que ha quedado fija en compañía de la cueva forjada en el suelo de un cenote que lo soporta porque es de seguridad nacional, esa seguridad inventada en casos de guerra pero que es el escudo que el cobarde porta cuando ve perdida la guerra de los protectores de los bienes autóctonos de la nación. A veces se le vio con el ojo casi cerrado como el jorobado de nuestra señora de París, porque una palabra dura le golpeó la cabeza creándole un aire turbulento que lo dejó cojo de una vista, y es que las palabras duelen como las de Alasraki en sus desayunos en los que Carlos prolifera altisonantes palabras que retumban hasta en palacio; la palabra es dura como monolito que sigue parado en pirámides de Tula Hidalgo, ese Hidalgo en el que nace una flor campirana que le cerraron la entrada una mañana, esa mañana en la que cargaba un sable tan filoso que Chucho le tuvo miedo por el reflejo que le daba el sol que en ese día se asomó más temprano para observar el chisme en el zócalo de la ciudad; también la mujer de rosa cargaba un montón de palabras para volcarlas hacia el estrado del blanco que preside, le quería descalabrar la investidura, arrugarla y tirarla a la cámara que se mece en un pequeño riel; la candidata X y Claudio del mismo formato le tienen reservado una artillería de palabras con letras grandes, que salen directo del cuerpo limpio y trabajador de todo empresario que busca el bien de la comunidad, pueden apachurrar las sandeces proliferadas tanto tiempo en el recinto del virrey Andy amparado por los morados zurdos que deambulan en los salones del edificio del que fue el centro ceremonial Azteca, lugar que será enterrado por los ciudadanos como monolito, como pirámide de los huesos, como cayó el templo Mayor esa gran y omnipotente que se creía invencible por los dioses que contenía, ídolos que caerán porque traen en la cabeza a Marx, Fidel, Silvio y el chavismo, si, esos ya van cayendo y en unos meses botarán como los árboles que cortaron para el tren, ese capricho que lastima la tierra de la península yucateca, pronto las pocas raíces que querían dejar en libros para infantes aludiendo que la matemática y Benito no estaban bien, que catafixia dinero por identificaciones del INE, esos que quitaron la Policía Federal por una guardia civil que nada tiene de guardia y ha solapado problemas nacionales con sus carros blancos y uniformes con nubes grises esos chamacos que se han vendido para usurpar la dignidad de la vigilancia carretera, todos son comandados por esos guindas y morados de la cabeza que se cierran a la libertad como en cuba, esos morados de la sangre solapadores del cobro de piso, esos, si, esos no van a resistir las miradas del mundo libre, del futuro que viene como huracán de Octubre, el futuro tecnológico al que se va a abrir nuestro país, a la par del mundo estudioso de la creación del humano.