/ jueves 8 de junio de 2023

Guadianicemos El País

Encorvado, con las piernas cansadas por los vientos pasados, sin ideas como ya sabes quién, y con las arrugas hasta en los bigotes sucios del tiempo que le han marcado su idiosincrasia tan baja como para no quitarse el sombrero sin que alguna liendre le pase un soplido antes de resbalar en tan sudorosa pelona que anda con las greñas laterales igualando el sistema de los labios peludos, viejos popocatepetls, carnes de carroña que deambulan y andan deambulando en los recintos más democráticos de nuestro país, con zapatos nuevos pero arrugado todo el cuero por dentro; les hemos soltado esta gloria que hemos forjado a base de manos con rifles, machetes y plumas de la más importantes del pasado mexicano, la ancianidad anda paseando por detrás de la democracia.

Cargando sus ideologías tumbadas en muros necios, de regímenes de muerte que ahora están enterrados en los fríos suelos de la Siberia stalinista, principios de muerte y pobreza que han enmugrecido la cuba bella de antaño donde se mercaba la diversión y el paseo cercano.

Estos androides desfajados que se burlan con coraje, que hacen muecas sin valor, que plasman imágenes deterioradas a pesar del maquillaje matutino que marcan las cámaras de nuestra televisión, esa tv que se nota cansada de transmitir tonterías y ocurrencias.

El peor pecado de los ancianos es haber tirado a la basura el mejor aeropuerto de Latinoamérica con noventa estaciones y un diseño extraordinario que dejó al país sin su medalla de honor mundial, medallas colgadas en otros países gracias a los mejores arquitectos, dueños del espacio y el diseño del mundo actual.

Querían seguir guadianizando nuestra patria mexicana, pero se les cae el bastón ante las manos quemadas por sus bajas expresiones de odio, por sus blasfemias populares de changos aplastados en el edificio máximo jurista, ancianos de tres pesos que tienen que agarrar el viento para soplar sus sandeces parecidas al del mañanero, viejos con las rayas de los calzones iguales de color que su cerebro atrofiado porque ya no lo usan en mejorar, serviles como todos los chalecos guindas, guardan su ignorancia por décadas y la sacan muy envalentonados en miniplantones populistas.

Querían guadianizar al país pero se les están cayendo las retinas cansadas, se les van las palabras al esófago y quedan atrapadas sin sonido, los intestinos dejan de trabajar por tanto odio y tapan el colon y dejan encerrados esos ideales retrógrados de los pasados fascistas corridos como perros sarnosos, mojados insultados, con la vergüenza muy baja como calzones de payaso.

Se marcharon ante la protección de un centenar de policías antimotines, con los pelos escurriendo pedazos de hielo con dulce de limón, por más que agachaban sus cabezas, esas caras con pelos que tantas sandeces gritaban toleradas por los morenacos del gobierno en los que se veían reflejados y como representados para insultar con el libertinaje permitido en estos tiempos de hampones populistas que vuelven al pobre su mercancía diaria, arrastrándolos por las banquetas con la lengua sacada con arneses para acarrearlos, fueron desmontados de sus caballos trasparentes en los que se vitoreaban paladines del insulto, vejar es su parásito que cargan en sus mochilas raídas, les metieron los solapadores de las burlas de palacio, de los manoteos de rabia diurna que se levanta solamente para descargar la ira que le inyectan temprano y que le hace temblar y buscar sonrisas falsas ante caras acartonadas del diario acceso controlado que cuenta las sillas para que no venga algún periodista inteligente y lo increpe con los datos en mano sus resultados tan bajos porque no ha sabido realizar nada de lo que urge y sale como rutina de anuncio de chocolate a taladrar con engaños a los ojos saltones que le observan con el cariño del que siempre ha sido comprado y admitido en el boletaje de su circo tempranero. Se acabó, nada de solapar tranzas, ni incompetencias, se acaba la cuarta engaña bobos y vamos por seguir creciendo como antes de este gobierno.


Encorvado, con las piernas cansadas por los vientos pasados, sin ideas como ya sabes quién, y con las arrugas hasta en los bigotes sucios del tiempo que le han marcado su idiosincrasia tan baja como para no quitarse el sombrero sin que alguna liendre le pase un soplido antes de resbalar en tan sudorosa pelona que anda con las greñas laterales igualando el sistema de los labios peludos, viejos popocatepetls, carnes de carroña que deambulan y andan deambulando en los recintos más democráticos de nuestro país, con zapatos nuevos pero arrugado todo el cuero por dentro; les hemos soltado esta gloria que hemos forjado a base de manos con rifles, machetes y plumas de la más importantes del pasado mexicano, la ancianidad anda paseando por detrás de la democracia.

Cargando sus ideologías tumbadas en muros necios, de regímenes de muerte que ahora están enterrados en los fríos suelos de la Siberia stalinista, principios de muerte y pobreza que han enmugrecido la cuba bella de antaño donde se mercaba la diversión y el paseo cercano.

Estos androides desfajados que se burlan con coraje, que hacen muecas sin valor, que plasman imágenes deterioradas a pesar del maquillaje matutino que marcan las cámaras de nuestra televisión, esa tv que se nota cansada de transmitir tonterías y ocurrencias.

El peor pecado de los ancianos es haber tirado a la basura el mejor aeropuerto de Latinoamérica con noventa estaciones y un diseño extraordinario que dejó al país sin su medalla de honor mundial, medallas colgadas en otros países gracias a los mejores arquitectos, dueños del espacio y el diseño del mundo actual.

Querían seguir guadianizando nuestra patria mexicana, pero se les cae el bastón ante las manos quemadas por sus bajas expresiones de odio, por sus blasfemias populares de changos aplastados en el edificio máximo jurista, ancianos de tres pesos que tienen que agarrar el viento para soplar sus sandeces parecidas al del mañanero, viejos con las rayas de los calzones iguales de color que su cerebro atrofiado porque ya no lo usan en mejorar, serviles como todos los chalecos guindas, guardan su ignorancia por décadas y la sacan muy envalentonados en miniplantones populistas.

Querían guadianizar al país pero se les están cayendo las retinas cansadas, se les van las palabras al esófago y quedan atrapadas sin sonido, los intestinos dejan de trabajar por tanto odio y tapan el colon y dejan encerrados esos ideales retrógrados de los pasados fascistas corridos como perros sarnosos, mojados insultados, con la vergüenza muy baja como calzones de payaso.

Se marcharon ante la protección de un centenar de policías antimotines, con los pelos escurriendo pedazos de hielo con dulce de limón, por más que agachaban sus cabezas, esas caras con pelos que tantas sandeces gritaban toleradas por los morenacos del gobierno en los que se veían reflejados y como representados para insultar con el libertinaje permitido en estos tiempos de hampones populistas que vuelven al pobre su mercancía diaria, arrastrándolos por las banquetas con la lengua sacada con arneses para acarrearlos, fueron desmontados de sus caballos trasparentes en los que se vitoreaban paladines del insulto, vejar es su parásito que cargan en sus mochilas raídas, les metieron los solapadores de las burlas de palacio, de los manoteos de rabia diurna que se levanta solamente para descargar la ira que le inyectan temprano y que le hace temblar y buscar sonrisas falsas ante caras acartonadas del diario acceso controlado que cuenta las sillas para que no venga algún periodista inteligente y lo increpe con los datos en mano sus resultados tan bajos porque no ha sabido realizar nada de lo que urge y sale como rutina de anuncio de chocolate a taladrar con engaños a los ojos saltones que le observan con el cariño del que siempre ha sido comprado y admitido en el boletaje de su circo tempranero. Se acabó, nada de solapar tranzas, ni incompetencias, se acaba la cuarta engaña bobos y vamos por seguir creciendo como antes de este gobierno.