/ jueves 18 de abril de 2019

Nueva Orleans

El gobierno del “menos peor”.

Creo que, aunque suene a romántico nacionalismo, el amor que los mexicanos tenemos por nuestro país va mucho más allá de ese orgullo patrio septembrino, de esa pasión cuando escuchamos “México, creo en ti, como en el vértice de un juramento”, cuando entonamos el Himno Nacional o cuando gritamos “¡Viva!” la noche del quince o “Goool” durante el mundial de futbol. El amor que tenemos por la tierra de nuestros padres, por nuestra patria, es tan innato y carnal como el amor que tenemos por la madre que nos trajo al mundo.

Sentimientos encontrados me llenan el alma y se desbordan en estas letras al ver la pasión con que expresamos ese amor patrio cuando defendemos nuestras posiciones políticas en la moderna esfera de las redes sociales, en las discusiones de sobremesa y bares o en la tradicional forma periodística de opinión hablada o escrita.

Es precisamente la labor del periodista el documentarse, estudiar, indagar y cuestionar las causas y consecuencias de los hechos para presentárselos a la sociedad y en ocasiones, dar una opinión personal acerca de los mismos en columnas de opinión o editoriales, como la que ahora escribo. Mas en este mundo cibernauta, parece ser que el periodismo ya es labor de todos, y con la facilidad que le damos un “like” a una publicación con la que concordamos, también la “compartimos” en Twitter, Facebook, WhatsApp o cualesquiera plataformas “sociales” de nuestra preferencia y así la publicación se repite permeando en mentes afines sin que necesariamente esté fundamentada en hechos o investigaciones como las que hacen los periodistas, por pasión y porque para eso les pagan.

Asi, en este mundo de “redes” que tiende a darnos publicaciones muy condensadas a nuestras cada vez más acostumbradas mentes igualmente condensadas, cualquier cosa puede permear en las masas afines a tal o cual. Mucho más en este México de hoy cuando se trata de política.

Soy mexicano, comparto ese amor por mi patria con otros pocos más de cien millones de paisanos, y como tal, deseo que a mi México le vaya bien, y en realidad creo que la gran mayoría de mexicanos, incluyendo al presidente, tienen el mismo deseo. Por ende, en verdad quiero que al presidente le vaya bien, deseo que no se haya equivocado en las decisiones tan controversiales que ha tomado en sus primeros cuatro meses; quiero un mejor México, en donde disminuya la corrupción, con mejores oportunidades para el éxito financiero de sus ciudadanos, con acceso a una educación cualitativa y cuantitativa, con moneda fortalecida, con tantas cosas más que este y otros políticos que han estado en esa posición han prometido; pero antes que todo eso, quiero un México seguro. Y ese es un México que hoy por hoy no tenemos. No son “otros datos”. Es una realidad.

El “encontronazo” entre el periodista de Univisión Jorge Ramos y el presidente López Obrador, puso de manifiesto una vez más el México en el que todos vivimos, un pais secuestrado por la violencia. Los números siguen subiendo y la alarmante cifra de cerca de cien homicidios violentos al día, evidencia con toda claridad un temprano fracaso de las políticas en todos los niveles de gobierno contra la delincuencia.

Sí, quiero que le vaya bien al presidente para que le vaya bien a México; pero tendría que ser ciego, sordo y mudo para no seguir escribiendo sobre lo que está pasando en estos días de importancia histórica por muchas razones para nuestro país.

Sabía de antemano de la personalidad mesiánica y ególatra del presidente, sabía que no se iba a terminar la corrupción como por “arte de magia” desde el primer día de gobierno de AMLO, pero el sazonado político estaba en campaña y al igual que todos, prometía “a diestra y siniestra” lo que sabía que no podría cumplir. Lo importante era llegar a como diera lugar, era aparentemente su “última oportunidad” y así lo logró. No obstante, me preocupa sobremanera que a casi un año de haber ganado las elecciones y después de cuatro meses al mando de la nación, la narrativa de López Obrador parece seguir en campaña. Independientemente de las formas, el periodista de Univisión lo evidenció la semana pasada. Cuando el presidente empezaba a evadir una respuesta y admisión de su temprano fracaso en materia de seguridad, con la “cantaleta” (y no le puedo llamar de otra manera pues la escucho al menos una vez a la semana en diferentes declaraciones) de “yo si me levanto temprano” etcétera, Ramos evidenció las cifras emanadas del mismísimo gobierno Obradorista. Una vez más, queriendo creer que el presidente trata de hacer lo mejor por el país, quiero pensar que en su egolatría no le dio lectura a estas cifras y que espera que la operación de la recién creada “Guardia Nacional” dé mejores resultados que sus primeros meses de gobierno, que al menos en materia de seguridad arrojaron contundentes fracasos, como el intento de arrinconar y disminuir el robo de combustible que trajo el fiasco del desabasto y tuvo las mismas consecuencias -aunque en menores proporciones, dado que el “huachicoleo”es menor negocio que el narcotráfico- que la guerra contra el “narco” Calderonista.

Aplaudo la apertura del presidente para con la prensa, mas condeno enérgicamente sus ataques hacia la misma cuando se ve “acorralado” de la forma en que lo confrontó el periodista de Univisión con hechos.

AMLO ha vivido su carrera política bajo la premisa de “divide y vencerás” lo cual lo llevó al éxito de finalmente conquistar la presidencia, mas tristemente continúa haciendo lo propio ya como Jefe de Estado y desde mi punto de vista, está abusando del poder y la popularidad que tiene con sus seguidores asuzando las llamas del antagonismo y la violencia intelectual.

La trayectoria del periodista Jorge Ramos, quien fuese nombrado una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista “Times” hace un par de años, habla por sí sola, hace las preguntas incómodas y presiona a los políticos de izquierda y de derecha, dictadores, líderes religiosos y sociales, criminales y demás, cuando evaden los hechos. Su inquisidor estilo no debería ser nada nuevo para un político que hizo su carrera precisamente con un estilo inquisidor, señalando a presidentes y políticos cuando era “oposicion” e incluso armando el “teatro” aquel de la toma de posesión alterna cuando fue declarado Calderón el vencedor hace dos sexenios. Paradójicamente ayer la misma publicación TIMES nombró a AMLO como una de las personas más influyentes de este año, debido al contundente mandato que le dio y le sigue dando el pueblo (según el artículo en la misma revista, escrito con el profesionalismo del mismísimo Jorge Ramos algunos días antes de su encuentro con el presidente el pasado viernes)

Escribí entonces y reitero ahora, muchos de quienes votaron por AMLO, lo hicieron por quien consideraban “el menos peor” en el ambiente político y social del México del verano del 2018; este es nuestro presidente, el de México, el de nuestro país, el de todos los mexicanos, y aunque esperaba que un AMLO que estuvo en campaña para alcanzar este puesto por más de doce años hubiese estado más preparado para los primeros meses, obviamente la presidencia “le quedó grande” al menos en principio. El quejarse de que está difícil afrontar este “México que recibió” me suena a pretexto para quien contendió para gobernar a este mismo México.

Siempre optimista, espero que, en el principal problema de nuestro país, la seguridad, los resultados comiencen a darse al menos a mediano y largo plazo con la creación de la Guardia Nacional que el presidente finalmente se dio cuenta en “este México que recibió” habría de ser militar. Siempre optimista, espero que, aunque no lo acepte con todas sus letras y consonantes, reevalúe algunas de sus premisas y que tanto como Trump al norte del río Bravo necesita que lo asesoren con el Twitter, AMLO permita asesoría y quizás empezar a las 5:30 de la mañana para que “empaten” los hechos con las declaraciones de las conferencias mañaneras. Y el periodismo y la opinión informada, seguirán haciendo lo suyo en este México en el que, gracias a la libertad y a la democracia, tenemos un presidente como AMLO y tenemos periodistas como Jorge Ramos.

luisesparz@gmail.com

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