/ domingo 21 de marzo de 2021

Sine qua non

¿Nos Queda Dignidad Ciudadana?

Estimados lectores, en nuestro papel que decidimos o no, para ir por esta vida, se encuentra, por supuesto, la Política. Se han escrito montañas de libros y se han tumbado miles de millones de árboles con tal propósito de informar, de publicar, de formar y enseñar, o de plano, de obnubilar y desorientar, es decir, con mala entraña, así como se ha gastado celulosas y otros materiales para elaborar la tinta. Todo eso, que pareciera “normal”, al final tiene un costo, no sólo económico, sino intelectual, espiritual, humano pues.

Cuánto se habrá invertido –y lo que falta- en enseñar y educar a variopintos políticos. Parece un ejercicio mental inútil, dilucidar o contestar una pregunta de imposible respuesta, lo que nos lleva a decir: “mucho, no tengo la más remota idea”. Nos queda entonces, ver y analizar los resultados. Todavía habrá quien pregunte: ¿Ha sido inútil?

Y, por otra parte, no estamos considerando esa furia humana para destruir, aun lo que sea útil. Bastan unos pocos ejemplos de esa fase de barbarie: La quema de manuscritos “paganos” en Alejandría por el obispo Teófilo, todo lo que consumió bajo fuego por las llamas de la Inquisición Católica, o cualquiera obra “subversiva o herética, por “autos de fe”, estatuas y monumentos religiosos en Occidente y Oriente, todos los casos considerados un “peligro” para lo establecido, etcétera.

Ahora, como antes también, llegan al Poder, o al Régimen, de que se trate –incluso, en México- individuos intolerantes, por tanto, ignorantes la mayor de las veces, cuya consigna principal es destruir lo que otros edificaron, con la trillada excusa del “cambio”. Sin querer negar que los mexicanos, o la Humanidad, estamos en crisis, en una deshumanización acelerada, donde los Valores cambian como cualquier prenda interior que cubra las miserias, hay grados de destrucciones, inusitadas, increíbles o hasta creíamos que imposibles.

Un ejemplo quemante, ha sido y es, la corrupción. ¿Se ha terminado en este régimen que corre? No. ¿Por qué? Hay muchas razones, algunas, incluso, ocultas a los ojos del ciudadano común, al individuo bien nacido. Se trata de un problema complejo, sí, pero a la vez, simple: La falta de dignidad humana.

¿Hasta dónde llega la corrupción? Al igual, hay complejidad y simpleza al mismo tiempo: ¡Hasta dónde permita el ciudadano bien nacido! Como insisto, una forma es la participación ciudadana. Pondré un ejemplo llano: El caso Macedonio. Se unge, lo atacan, lo descalifican moral y éticamente –recordemos que no hay ni siquiera proceso judicial, menos sentencia condenatoria- hay reacciones más en contra que a su favor, al final, lo ratifican en la candidatura. Son decisiones que atañen a los órganos internos del Partido al que ahora pertenece formalmente, incluso, contracorriente interna. Va de candidato. La solución, es simple: ¡No votar por él! Entonces, se debe aplicar un valor, La Dignidad Ciudadana, para evitar que tales sujetos –al menos de mala fama- no arriben al Poder.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Mis estimados, la fórmula es la misma para todos los ciudadanos: ¡No votar por los malos candidatos! Qué si los imponen las cúpulas, allá ellos en sus decisiones. Somos los ciudadanos los que podemos enderezar la balanza. Aquí hay ya varios casos de candidatos o precandidatos impresentables. No permitamos su arribo, usemos la dignidad que hemos abrevado desde nuestros padres. (Claro, si somos ciudadanos bien nacidos), porque los otros, nunca faltan. ¿Queremos más de lo mismo: abandono de causas sociales, corrupción, ineficacia, etc.? No lo creo, en Celaya, dejamos de ser ciudadanos parvularios. Cuídense mucho, el Pandemonio político y, sanitario, no amaina.

¿Nos Queda Dignidad Ciudadana?

Estimados lectores, en nuestro papel que decidimos o no, para ir por esta vida, se encuentra, por supuesto, la Política. Se han escrito montañas de libros y se han tumbado miles de millones de árboles con tal propósito de informar, de publicar, de formar y enseñar, o de plano, de obnubilar y desorientar, es decir, con mala entraña, así como se ha gastado celulosas y otros materiales para elaborar la tinta. Todo eso, que pareciera “normal”, al final tiene un costo, no sólo económico, sino intelectual, espiritual, humano pues.

Cuánto se habrá invertido –y lo que falta- en enseñar y educar a variopintos políticos. Parece un ejercicio mental inútil, dilucidar o contestar una pregunta de imposible respuesta, lo que nos lleva a decir: “mucho, no tengo la más remota idea”. Nos queda entonces, ver y analizar los resultados. Todavía habrá quien pregunte: ¿Ha sido inútil?

Y, por otra parte, no estamos considerando esa furia humana para destruir, aun lo que sea útil. Bastan unos pocos ejemplos de esa fase de barbarie: La quema de manuscritos “paganos” en Alejandría por el obispo Teófilo, todo lo que consumió bajo fuego por las llamas de la Inquisición Católica, o cualquiera obra “subversiva o herética, por “autos de fe”, estatuas y monumentos religiosos en Occidente y Oriente, todos los casos considerados un “peligro” para lo establecido, etcétera.

Ahora, como antes también, llegan al Poder, o al Régimen, de que se trate –incluso, en México- individuos intolerantes, por tanto, ignorantes la mayor de las veces, cuya consigna principal es destruir lo que otros edificaron, con la trillada excusa del “cambio”. Sin querer negar que los mexicanos, o la Humanidad, estamos en crisis, en una deshumanización acelerada, donde los Valores cambian como cualquier prenda interior que cubra las miserias, hay grados de destrucciones, inusitadas, increíbles o hasta creíamos que imposibles.

Un ejemplo quemante, ha sido y es, la corrupción. ¿Se ha terminado en este régimen que corre? No. ¿Por qué? Hay muchas razones, algunas, incluso, ocultas a los ojos del ciudadano común, al individuo bien nacido. Se trata de un problema complejo, sí, pero a la vez, simple: La falta de dignidad humana.

¿Hasta dónde llega la corrupción? Al igual, hay complejidad y simpleza al mismo tiempo: ¡Hasta dónde permita el ciudadano bien nacido! Como insisto, una forma es la participación ciudadana. Pondré un ejemplo llano: El caso Macedonio. Se unge, lo atacan, lo descalifican moral y éticamente –recordemos que no hay ni siquiera proceso judicial, menos sentencia condenatoria- hay reacciones más en contra que a su favor, al final, lo ratifican en la candidatura. Son decisiones que atañen a los órganos internos del Partido al que ahora pertenece formalmente, incluso, contracorriente interna. Va de candidato. La solución, es simple: ¡No votar por él! Entonces, se debe aplicar un valor, La Dignidad Ciudadana, para evitar que tales sujetos –al menos de mala fama- no arriben al Poder.

LA CONDICIÓN SINE QUA NON: Mis estimados, la fórmula es la misma para todos los ciudadanos: ¡No votar por los malos candidatos! Qué si los imponen las cúpulas, allá ellos en sus decisiones. Somos los ciudadanos los que podemos enderezar la balanza. Aquí hay ya varios casos de candidatos o precandidatos impresentables. No permitamos su arribo, usemos la dignidad que hemos abrevado desde nuestros padres. (Claro, si somos ciudadanos bien nacidos), porque los otros, nunca faltan. ¿Queremos más de lo mismo: abandono de causas sociales, corrupción, ineficacia, etc.? No lo creo, en Celaya, dejamos de ser ciudadanos parvularios. Cuídense mucho, el Pandemonio político y, sanitario, no amaina.

ÚLTIMASCOLUMNAS
domingo 28 de abril de 2024

SINE QUA NON

Saúl García Cornejo

domingo 14 de abril de 2024

SINE QUA NON

Saúl García Cornejo

domingo 07 de abril de 2024

SINE QUA NON

Saúl García Cornejo

domingo 31 de marzo de 2024

SINE QUA NON

Saúl García Cornejo

martes 12 de marzo de 2024

Sine Qua Non

Saúl García Cornejo

domingo 18 de febrero de 2024

Sine Qua Non

Saúl García Cornejo

domingo 11 de febrero de 2024

Sine Qua Non

Saúl García Cornejo

domingo 04 de febrero de 2024

Sine Qua Non

Saúl García Cornejo

Cargar Más