/ martes 12 de marzo de 2019

Día Internacional de la Mujer

El pasado ocho de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, así declarado por la Organización de las Naciones Unidas en 1975, para tener presente la lucha de la mujer para ser partícipe de los asuntos públicos en condiciones de equidad respecto de los hombres, lo que lleva de suyo la lucha para su desarrollo personal.

Ciertamente, el origen de la conmemoración es trágico, pues lleva a recordar la forma en que la mujer era replegada, víctima del statu quo impuesto desde la perspectiva masculina, lo que derivó en injusticia, violencia y maltrato.

México es un país culturalmente machista: ¿recuerda películas de Pedro Infante o Mauricio Garcés, en las que se cosifica a la mujer? Sin embargo, paulatinamente ésta gana espacios en la esfera pública, coadyuvando con la voluntad masculina. Hoy en nuestro país y particularmente en el estado de Guanajuato, la composición del Poder Legislativo es paritaria, es decir, igual número de hombres y mujeres en estos cargos de representación; además, en el caso del Poder Ejecutivo federal, también se advierte tal paridad, enfatizando que por primera vez en la historia, la titularidad de la Secretaría de Gobernación la ostenta una mujer. Un ejemplo adicional: la terna de candidatas a ocupar un lugar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, vacante que dejó la Ministra Margarita Luna Ramos, se compone de mujeres.

La representación paritaria obedece a las reformas legales en materia electoral que impusieron como acción afirmativa la cuota de género, a la luz de la cual, las mujeres debían ocupar tales posiciones. La medida de referencia fue creada como un instrumento normativo transitorio y, por tanto, con el tiempo desaparecer del orden jurídico, una vez que resulte innecesaria, que se consolide el género y la mujer se encuentre en condiciones de contender en un contexto de equidad. Falta tiempo para lograrlo, pues para ello se requiere comenzar a reeducar en torno al rol de género, modificando sus estereotipos, instrucción que comienza desde la primera infancia, en donde el varón ya no tiene los privilegios que antes tenía, en detrimento de la mujer. Por cierto, conozco más de un centro de desarrollo infantil (mal llamados guarderías o estancias infantiles) muy avanzados en el tema.

Además, tampoco es fácil lograr ese proceso de reeducación, ya que hay una larga tradición machista que se remonta al origen de la civilización: a guisa de ejemplo se menciona que en occidente, en Grecia, cuna de la democracia, la mujer era confinada a los asuntos privados. Era lo natural.

El ocho de marzo no debe felicitarse a la mujer; debe ser referente para recordar que falta un trecho por avanzar para que se consolide el estado democrático que queremos, el cual tiene por condición la igualdad efectiva y sustantiva entre el hombre y la mujer, aspiración consignada en el artículo cuatro constitucional, referente de igualdad e indiscriminación, paradigma de los estados democráticos modernos. Lo anterior, en razón de que hoy en algunas instituciones lo que se advierte es un machismo condescendiente (eufemismo de simulación) al dejar que la mujer ocupe algún cargo directivo, pero no son ellas quienes toman la decisión final.

Pendiente, pues, ver y reconocer a la mujer como persona para luego visibilizar los distintos roles sociales que tiene y que inciden directamente en el hombre.

En consecuencia, en pro del feminismo, en tanto movimiento en favor de la igualdad de derechos entre hombre y mujer eliminando, por tanto, la violencia de aquel hacia ésta.

germanrodriguez32@hotmail.com

El pasado ocho de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, así declarado por la Organización de las Naciones Unidas en 1975, para tener presente la lucha de la mujer para ser partícipe de los asuntos públicos en condiciones de equidad respecto de los hombres, lo que lleva de suyo la lucha para su desarrollo personal.

Ciertamente, el origen de la conmemoración es trágico, pues lleva a recordar la forma en que la mujer era replegada, víctima del statu quo impuesto desde la perspectiva masculina, lo que derivó en injusticia, violencia y maltrato.

México es un país culturalmente machista: ¿recuerda películas de Pedro Infante o Mauricio Garcés, en las que se cosifica a la mujer? Sin embargo, paulatinamente ésta gana espacios en la esfera pública, coadyuvando con la voluntad masculina. Hoy en nuestro país y particularmente en el estado de Guanajuato, la composición del Poder Legislativo es paritaria, es decir, igual número de hombres y mujeres en estos cargos de representación; además, en el caso del Poder Ejecutivo federal, también se advierte tal paridad, enfatizando que por primera vez en la historia, la titularidad de la Secretaría de Gobernación la ostenta una mujer. Un ejemplo adicional: la terna de candidatas a ocupar un lugar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, vacante que dejó la Ministra Margarita Luna Ramos, se compone de mujeres.

La representación paritaria obedece a las reformas legales en materia electoral que impusieron como acción afirmativa la cuota de género, a la luz de la cual, las mujeres debían ocupar tales posiciones. La medida de referencia fue creada como un instrumento normativo transitorio y, por tanto, con el tiempo desaparecer del orden jurídico, una vez que resulte innecesaria, que se consolide el género y la mujer se encuentre en condiciones de contender en un contexto de equidad. Falta tiempo para lograrlo, pues para ello se requiere comenzar a reeducar en torno al rol de género, modificando sus estereotipos, instrucción que comienza desde la primera infancia, en donde el varón ya no tiene los privilegios que antes tenía, en detrimento de la mujer. Por cierto, conozco más de un centro de desarrollo infantil (mal llamados guarderías o estancias infantiles) muy avanzados en el tema.

Además, tampoco es fácil lograr ese proceso de reeducación, ya que hay una larga tradición machista que se remonta al origen de la civilización: a guisa de ejemplo se menciona que en occidente, en Grecia, cuna de la democracia, la mujer era confinada a los asuntos privados. Era lo natural.

El ocho de marzo no debe felicitarse a la mujer; debe ser referente para recordar que falta un trecho por avanzar para que se consolide el estado democrático que queremos, el cual tiene por condición la igualdad efectiva y sustantiva entre el hombre y la mujer, aspiración consignada en el artículo cuatro constitucional, referente de igualdad e indiscriminación, paradigma de los estados democráticos modernos. Lo anterior, en razón de que hoy en algunas instituciones lo que se advierte es un machismo condescendiente (eufemismo de simulación) al dejar que la mujer ocupe algún cargo directivo, pero no son ellas quienes toman la decisión final.

Pendiente, pues, ver y reconocer a la mujer como persona para luego visibilizar los distintos roles sociales que tiene y que inciden directamente en el hombre.

En consecuencia, en pro del feminismo, en tanto movimiento en favor de la igualdad de derechos entre hombre y mujer eliminando, por tanto, la violencia de aquel hacia ésta.

germanrodriguez32@hotmail.com