/ martes 20 de octubre de 2020

FIC 48

La cuadragésima octava edición del Festival Internacional Cervantino, celebrado en la capital cervantina de América, fue distinta: por más alegría y ambiente festivo que se quiso imprimir, las condiciones impuestas por el bicho y su consecuente pandemia, hicieron que se percibiera un dejo de tristeza; un festival diferente, desolado, a distancia, como hemos estado en primavera y verano en este año de los gemelos: unidos a la distancia gracias al desarrollo de la tecnología.

De larga data es la ausencia de hippies; también ausentes estuvieron los espectáculos en la Alhóndiga de Granaditas, la Plazuela de San Roque, el Jardín de la Unión, la Plaza de la Paz, la Escalinata de la Universidad de Guanajuato y los Pastitos. Por supuesto, se agradeció la menor contaminación en que esta ausencia derivó.

Ayer vi, vía Facebook, lo que a mi juicio fue lo mejor del festival: el cierre, con la presentación de Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú, ahora teniendo un papel cada vez más protagónico Vincent Velázquez, no solamente con sus extraordinarias dotes de bailarín folclórico, sino también como juglar, trovador popular.

Un espectáculo -el de Los Leones de la Sierra de Xichú- en donde se puso de manifiesto la promesa-esperanza de que la próxima edición del festival cervantino será concurrida, con la convivencia personal en vivo y en directo, dejando la virtualidad solamente como una opción y no como una necesidad. Un espectáculo en donde se conjugó con pericia las viejas y las nuevas generaciones, lo moderno y lo clásico, teniendo como telón de fondo la majestuosidad del Teatro Juárez, escuchando huapango arribeño, música clásica, coplas, poesía y décima topadas, con una temática común: el COVID-19.

Cerca del final, Guillermo Velázquez cantó sus ya clásicas calacas (calaveras), pues estamos en víspera del Día de Muertos; fueron pocos los personajes de las coplas: los finados Oscar Chávez (con quien compartió escenario en diversa edición del Festival Internacional Cervantino, hace ya casi una década), Manuel el loco Valdez y Héctor Suárez. En el ámbito internacional, estuvo presente Donald Trump, poniendo de manifiesto sus votos para su no reelección. En el ámbito nacional, por supuesto, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, señalando la calaca su popularidad y aprobación aún frente a opiniones de algunos periodistas; el Gobernador de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, aludiendo la copla su preocupación por la próxima elección intermedia de 2021; y, finalmente, el recientemente capturado General Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio inmediato anterior, cuya calaca aludía al juicio penal que deberá enfrentar en los Estados Unidos, refiriendo que solamente se trata de la punta de la madeja, es decir, que faltan acusaciones por venir.

Finalizó la presentación musical con la composición ¡México sigue de pie! y el espectáculo, con el sonoro grito de Guillermo Velázquez de ¡Viva México! secundado por el al unísono ¡viva! de los Leones de la Sierra de Xichú.

Terminó un insípido Festival Internacional Cervantino; la alegría se manifestó en privado, guardando la sana distancia.

germanrodriguez32@hotmail.com

La cuadragésima octava edición del Festival Internacional Cervantino, celebrado en la capital cervantina de América, fue distinta: por más alegría y ambiente festivo que se quiso imprimir, las condiciones impuestas por el bicho y su consecuente pandemia, hicieron que se percibiera un dejo de tristeza; un festival diferente, desolado, a distancia, como hemos estado en primavera y verano en este año de los gemelos: unidos a la distancia gracias al desarrollo de la tecnología.

De larga data es la ausencia de hippies; también ausentes estuvieron los espectáculos en la Alhóndiga de Granaditas, la Plazuela de San Roque, el Jardín de la Unión, la Plaza de la Paz, la Escalinata de la Universidad de Guanajuato y los Pastitos. Por supuesto, se agradeció la menor contaminación en que esta ausencia derivó.

Ayer vi, vía Facebook, lo que a mi juicio fue lo mejor del festival: el cierre, con la presentación de Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú, ahora teniendo un papel cada vez más protagónico Vincent Velázquez, no solamente con sus extraordinarias dotes de bailarín folclórico, sino también como juglar, trovador popular.

Un espectáculo -el de Los Leones de la Sierra de Xichú- en donde se puso de manifiesto la promesa-esperanza de que la próxima edición del festival cervantino será concurrida, con la convivencia personal en vivo y en directo, dejando la virtualidad solamente como una opción y no como una necesidad. Un espectáculo en donde se conjugó con pericia las viejas y las nuevas generaciones, lo moderno y lo clásico, teniendo como telón de fondo la majestuosidad del Teatro Juárez, escuchando huapango arribeño, música clásica, coplas, poesía y décima topadas, con una temática común: el COVID-19.

Cerca del final, Guillermo Velázquez cantó sus ya clásicas calacas (calaveras), pues estamos en víspera del Día de Muertos; fueron pocos los personajes de las coplas: los finados Oscar Chávez (con quien compartió escenario en diversa edición del Festival Internacional Cervantino, hace ya casi una década), Manuel el loco Valdez y Héctor Suárez. En el ámbito internacional, estuvo presente Donald Trump, poniendo de manifiesto sus votos para su no reelección. En el ámbito nacional, por supuesto, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, señalando la calaca su popularidad y aprobación aún frente a opiniones de algunos periodistas; el Gobernador de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, aludiendo la copla su preocupación por la próxima elección intermedia de 2021; y, finalmente, el recientemente capturado General Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio inmediato anterior, cuya calaca aludía al juicio penal que deberá enfrentar en los Estados Unidos, refiriendo que solamente se trata de la punta de la madeja, es decir, que faltan acusaciones por venir.

Finalizó la presentación musical con la composición ¡México sigue de pie! y el espectáculo, con el sonoro grito de Guillermo Velázquez de ¡Viva México! secundado por el al unísono ¡viva! de los Leones de la Sierra de Xichú.

Terminó un insípido Festival Internacional Cervantino; la alegría se manifestó en privado, guardando la sana distancia.

germanrodriguez32@hotmail.com