/ viernes 12 de julio de 2019

Morena en construcción

Se dice que el Movimiento Regeneración Nacional (morena) es un festín para los analistas políticos, que se trata de un objeto de estudio interesantísimo debido a que en su corta vida (nació en julio de 2014, hace cinco años) los logros electorales registrados han sido insólitos por titánicos, pues en su primera contienda federal en la que la ciudadanía eligió al titular del Poder Ejecutivo, arrasó prácticamente en todo el país, salvo en Guanajuato, consolidado como bastión panista; y no solamente ganó el Ejecutivo federal, sino que su dominio se extiende al Legislativo y al ámbito gubernamental local, al registrar amplias mayorías.

Las principales variables que resultaron en el resultado las identifico en dos, las que se vinculan con el ejercicio gubernamental y las emanadas de la oposición; en las primeras encuentro los altos índices de corrupción, de inseguridad, el dispendio gubernamental, el Estado cada vez más mermado en beneficio de los grandes capitales, en suma, un gobierno alejado de la mayoría. Entre las segundas se encuentra el tesón, la congruencia, el trabajo y el carisma del líder (hoy Presidente de México), que con su sentido político capitalizó las razones anteriores y logró encausar el enojo, la molestia, la decepción, la desesperanza, al cambio pacífico vía elecciones; además, aprendió de los errores pasados y se mostró más incluyente (supongo que delegó varias funciones, atento a la visibilidad de los liderazgos) y sumó a personas per se relevantes para la vida pública, tanto políticos como del sector económico y social. Combinado, se añadió el hartazgo social, quien decidió dar su voto a una nueva alternancia.

En ese contexto, morena es un gran partido movimiento, más movimiento que partido. Y como con el dios mitológico romano Jano, tal particularidad tiene dos caras, es decir, ser más movimiento que partido es, a la vez, una gran fortaleza y una gran debilidad.

Morena tiene importantes desafíos inmediatos: comunicar eficazmente las decisiones tomadas por el Presidente de México, su principal referente, pero simultáneamente comenzar a ser más independiente de él, a efecto de no convertirse en el partido del presidente, en su herramienta, en su instrumento político; asimismo, debe consolidarse como instituto político sin perder su esencial social; y algo determinante: debe reservarse el derecho de admisión y evitar oportunistas o malos elementos si es que quiere seguir enarbolando la bandera de la opción política diferente (por novedosa). Su instituto de formación política es central en la labor, pues de él depende la capacitación de cuadros; El fisgón y John Ackerman, quienes trabajan pro bono (Ackerman dixit), tienen un rol estupendo. Apenas el fin de semana pasado se autorizaron los recursos para que este instituto de formación siga laborando acorde a la normativa partidista.

Morena debe voltear a ver la experiencia de otros partidos políticos, hoy al límite de su extinción debido a pugnas y divisiones internas (hoy, en proceso de relevo de presidencia, se hacen evidentes los diferendos entre Yeidckol Polevnsky, presidenta interina, y Bertha Luján, Presidenta del Consejo); y considerar, además, que en las recientes elecciones (2019), en términos reales perdió votos, con independencia de las causas: menor interés de la ciudadanía respecto a elecciones en donde se vota por el Presidente de México, cansancio por el contexto poblano o genuino desacuerdo con la manera de instrumentar las ofertas de campaña del entonces candidato López Obrador.

Un partido político no puede basarse en la dicotomía propia de la campaña, consistente en continuidad o cambio, sino que sus afiliados deben estar convencidos de los documentos básicos: principios, estatutos y plan de acción, y actuar en consecuencia.

Por lo pronto, esperemos la elección de presidente nacional de morena, al parecer será una mujer.

germanrodriguez32@hotmail.com

Se dice que el Movimiento Regeneración Nacional (morena) es un festín para los analistas políticos, que se trata de un objeto de estudio interesantísimo debido a que en su corta vida (nació en julio de 2014, hace cinco años) los logros electorales registrados han sido insólitos por titánicos, pues en su primera contienda federal en la que la ciudadanía eligió al titular del Poder Ejecutivo, arrasó prácticamente en todo el país, salvo en Guanajuato, consolidado como bastión panista; y no solamente ganó el Ejecutivo federal, sino que su dominio se extiende al Legislativo y al ámbito gubernamental local, al registrar amplias mayorías.

Las principales variables que resultaron en el resultado las identifico en dos, las que se vinculan con el ejercicio gubernamental y las emanadas de la oposición; en las primeras encuentro los altos índices de corrupción, de inseguridad, el dispendio gubernamental, el Estado cada vez más mermado en beneficio de los grandes capitales, en suma, un gobierno alejado de la mayoría. Entre las segundas se encuentra el tesón, la congruencia, el trabajo y el carisma del líder (hoy Presidente de México), que con su sentido político capitalizó las razones anteriores y logró encausar el enojo, la molestia, la decepción, la desesperanza, al cambio pacífico vía elecciones; además, aprendió de los errores pasados y se mostró más incluyente (supongo que delegó varias funciones, atento a la visibilidad de los liderazgos) y sumó a personas per se relevantes para la vida pública, tanto políticos como del sector económico y social. Combinado, se añadió el hartazgo social, quien decidió dar su voto a una nueva alternancia.

En ese contexto, morena es un gran partido movimiento, más movimiento que partido. Y como con el dios mitológico romano Jano, tal particularidad tiene dos caras, es decir, ser más movimiento que partido es, a la vez, una gran fortaleza y una gran debilidad.

Morena tiene importantes desafíos inmediatos: comunicar eficazmente las decisiones tomadas por el Presidente de México, su principal referente, pero simultáneamente comenzar a ser más independiente de él, a efecto de no convertirse en el partido del presidente, en su herramienta, en su instrumento político; asimismo, debe consolidarse como instituto político sin perder su esencial social; y algo determinante: debe reservarse el derecho de admisión y evitar oportunistas o malos elementos si es que quiere seguir enarbolando la bandera de la opción política diferente (por novedosa). Su instituto de formación política es central en la labor, pues de él depende la capacitación de cuadros; El fisgón y John Ackerman, quienes trabajan pro bono (Ackerman dixit), tienen un rol estupendo. Apenas el fin de semana pasado se autorizaron los recursos para que este instituto de formación siga laborando acorde a la normativa partidista.

Morena debe voltear a ver la experiencia de otros partidos políticos, hoy al límite de su extinción debido a pugnas y divisiones internas (hoy, en proceso de relevo de presidencia, se hacen evidentes los diferendos entre Yeidckol Polevnsky, presidenta interina, y Bertha Luján, Presidenta del Consejo); y considerar, además, que en las recientes elecciones (2019), en términos reales perdió votos, con independencia de las causas: menor interés de la ciudadanía respecto a elecciones en donde se vota por el Presidente de México, cansancio por el contexto poblano o genuino desacuerdo con la manera de instrumentar las ofertas de campaña del entonces candidato López Obrador.

Un partido político no puede basarse en la dicotomía propia de la campaña, consistente en continuidad o cambio, sino que sus afiliados deben estar convencidos de los documentos básicos: principios, estatutos y plan de acción, y actuar en consecuencia.

Por lo pronto, esperemos la elección de presidente nacional de morena, al parecer será una mujer.

germanrodriguez32@hotmail.com