/ viernes 8 de octubre de 2021

Octubre y su Luna

Dicen que nada es por producto de la casualidad y que obedecen a leyes universales que no implican su inexistencia por nuestro simple desconocimiento. Esto hace alusión a en términos genéricos a los fenómenos que allá arriba suceden y que definitivamente redundan acá abajo.

Es muy conocido que en este mes en especial, la luna se presenta en la mayoría de sus fases con una carga energética interesantemente sustancial.

En “Otelo” de Shakespeare, la empleada Emilia, le dice a Otelo que la luna se ha acercado demasiado a la tierra y que ha enloquecido a los hombres. La idea de que la luna puede agitar las emociones, provocar comportamientos extraños (tipo hombre lobo) y hasta causar enfermedades físicas no es solo producto de una obra literaria sino una creencia muy arraigada, hasta la actualidad. Incluso antes del nacimiento de Cristo, médicos y filósofos ya adjudicaban éstos cambios de personalidad a la atracción de la luna y hoy en día hay uno que otro despistado que aseguran no poseer efectos sobre el alcohol, sino que la luna es responsable de sus conductas.

Que no se confunda el misticismo con la ciencia médica, porque independientemente de las creencias más allá de la conciencia, lo materialmente demostrado no es justificante de nuestros actos.

Volviendo al mes de octubre y a la luna, donde en el techo celeste se puede observar este gran show universal, hay una correlación bastante estrecha en el sentido de la fuerza lunar sobre todo lo vital. Las olas del océano suben y bajan con las fases de la luna y varias especies marinas, incluyendo los arrecifes de coral, los gusanos marinos, y algunos peces, tienen ciclos reproductivos que están perfectamente sincronizados con los ciclos lunares. En nosotros los humanos, grandes cambios trascendentales han ocurrido durante las fechas del mes de octubre; aquí cabe recordar que en un par de días se cambiará de estafeta en el mando de gobierno municipales y esto a su vez el cambio de dinámica de trabajo y también de vibraciones.

Conocemos tales efectos y los humanos de la antigüedad no sabían, conocían de su fuerza, lo que simbolizaba, lo que representaba. No podían haber estado equivocados. Hoy en día solo la observamos en muchas ocasiones solo por deleite visual, pero lo que está pasando allá a millones de kilómetros está pasando justo en estos momentos dentro de nosotros.

Desde la diosa Artemisa, la egipcia Iris, nuestra azteca Coyolxauhquio, judía la María, entre otras, fueron a semejanza del cuerpo celeste lunar, en el cual dentro de éste simbolismo misticismo, el agua además de ser principio de vida, igual que la mujer, es un símbolo de materia, justo, así como la luna. Hoy también muchas tradiciones más contemporáneas, han honrado al mismo cuerpo celeste en distintas alegorías, donde se intenta explicar el origen de su naturaleza, mostrando el equilibrio que radica en el universo. Pues, así como hay luna hay sol, así como está el día existe la noche, como es blanco es negro. Y esta misma representación se replica en nuestro interior y por obvias razones en las actividades que cotidianamente realizamos.

En nosotros habita la dualidad, el equilibrio y lo justamente justo, depende de nosotros que lado de la balanza alimentar más para que ésta se incline más de un lado que del otro.

Con esta descripción, cada vez que salgamos y veamos el espectáculo de una luna llena, conoceremos que es más que eso, es la máxima representación en lo que esto conformado todo nuestro ser. ¿será por eso que nos gusta tanto?

Dicen que nada es por producto de la casualidad y que obedecen a leyes universales que no implican su inexistencia por nuestro simple desconocimiento. Esto hace alusión a en términos genéricos a los fenómenos que allá arriba suceden y que definitivamente redundan acá abajo.

Es muy conocido que en este mes en especial, la luna se presenta en la mayoría de sus fases con una carga energética interesantemente sustancial.

En “Otelo” de Shakespeare, la empleada Emilia, le dice a Otelo que la luna se ha acercado demasiado a la tierra y que ha enloquecido a los hombres. La idea de que la luna puede agitar las emociones, provocar comportamientos extraños (tipo hombre lobo) y hasta causar enfermedades físicas no es solo producto de una obra literaria sino una creencia muy arraigada, hasta la actualidad. Incluso antes del nacimiento de Cristo, médicos y filósofos ya adjudicaban éstos cambios de personalidad a la atracción de la luna y hoy en día hay uno que otro despistado que aseguran no poseer efectos sobre el alcohol, sino que la luna es responsable de sus conductas.

Que no se confunda el misticismo con la ciencia médica, porque independientemente de las creencias más allá de la conciencia, lo materialmente demostrado no es justificante de nuestros actos.

Volviendo al mes de octubre y a la luna, donde en el techo celeste se puede observar este gran show universal, hay una correlación bastante estrecha en el sentido de la fuerza lunar sobre todo lo vital. Las olas del océano suben y bajan con las fases de la luna y varias especies marinas, incluyendo los arrecifes de coral, los gusanos marinos, y algunos peces, tienen ciclos reproductivos que están perfectamente sincronizados con los ciclos lunares. En nosotros los humanos, grandes cambios trascendentales han ocurrido durante las fechas del mes de octubre; aquí cabe recordar que en un par de días se cambiará de estafeta en el mando de gobierno municipales y esto a su vez el cambio de dinámica de trabajo y también de vibraciones.

Conocemos tales efectos y los humanos de la antigüedad no sabían, conocían de su fuerza, lo que simbolizaba, lo que representaba. No podían haber estado equivocados. Hoy en día solo la observamos en muchas ocasiones solo por deleite visual, pero lo que está pasando allá a millones de kilómetros está pasando justo en estos momentos dentro de nosotros.

Desde la diosa Artemisa, la egipcia Iris, nuestra azteca Coyolxauhquio, judía la María, entre otras, fueron a semejanza del cuerpo celeste lunar, en el cual dentro de éste simbolismo misticismo, el agua además de ser principio de vida, igual que la mujer, es un símbolo de materia, justo, así como la luna. Hoy también muchas tradiciones más contemporáneas, han honrado al mismo cuerpo celeste en distintas alegorías, donde se intenta explicar el origen de su naturaleza, mostrando el equilibrio que radica en el universo. Pues, así como hay luna hay sol, así como está el día existe la noche, como es blanco es negro. Y esta misma representación se replica en nuestro interior y por obvias razones en las actividades que cotidianamente realizamos.

En nosotros habita la dualidad, el equilibrio y lo justamente justo, depende de nosotros que lado de la balanza alimentar más para que ésta se incline más de un lado que del otro.

Con esta descripción, cada vez que salgamos y veamos el espectáculo de una luna llena, conoceremos que es más que eso, es la máxima representación en lo que esto conformado todo nuestro ser. ¿será por eso que nos gusta tanto?