/ miércoles 14 de diciembre de 2022

Acarreo

Salgo por la brisa matutina de un cielo medio nublado del bajío, ese terreno llano que nos alberga y que le damos gracias por los bondades que siempre nos ha dado y sonrío, para que esta tierra siga siendo elemento principal de la defensa de las libertades del hombre y que la desobediencia camine por los días de este gobierno que atrae trabajo para los ciudadanos de su seno y que no les permite se descobije el elemento principal de pertenecer bajo una lucha constante de repudio a los actos de tiranía que siempre han acosado a nuestro país, abusadores de las elecciones que desean forjar sus caprichos en cuanto pisan las piedras de la gobernabilidad.

Somos una entidad que a base de muertes de cuerpo se erigen las pirámides de la victoria de lograr libertades de tránsito, de comercio y de trabajo en el que no existe el sojuzgamiento al que quieren sumirnos.

Somos la tierra que siempre ha saltado en contra de las arbitrariedades, del dominio impostor, de la amenaza, somos ciudadanos de vida libertaria que siempre anda buscando la paz, hogar y trabajo.

Un buen contingente se presentó en una marcha defendiendo los ideales del voto libre, la fuerza ciudadana demuestra su calidad de democracia que debe siempre sobrevivir en el bien ciudadano. Sin embargo no todos los domingos el sol ve los ojos libertarios en una ciudad mexicana, el pavimento construido en proyectos de la antigüedad soporta marchas blancas de ciudadanos alegres que están dispuestos a vencer las imposiciones, los caprichitos, las negligencias de aquellos que osan manchar el camino de crecimiento y prosperidad que lleva esta tierra que durante siglos ha sido pisada por libertarios y no acepta los acarreos de forzados con el recorte de la nómina, del apoyo popular (estos apoyos copiados de las siempre avanzadas administraciones europeas).

Danzas de un gran porcentaje de iletrados del conocimiento de la vida en democracia, ignorantes del futuro que se resquebraja por un puñado de indolentes que gritaron tanto en la avenida Reforma, ensuciaron calles, insultaron al viento, resquebrajaron la vida cotidiana de esa ciudad fundada sobre un lago, son ratas que logran el dominio de las calles y que siguen a un flautista que va inventando las notas sobre el camino y las lleva al descalabro y que cuando sean juzgados van a llorar y a sudar sangre, porque hemos sido testigos de que idolatran las acciones de tener un avión guardado aunque se rife, están idiotizados con la construcción de una refinería que no produce y que jamás va a dar autosuficiencia de hidrocarburos, no alcanzan a comprender por qué se lucha contra la devastación de miles de árboles y matorrales para pasar un tren porque además no saben para qué va ese tren, son felices porque compró una refinería en EEUU pero no saben que parte ya era nuestra, pero insisten que la compró.

La ignominia ha marchado en un domingo de vacilón, de acarreo gratis a donde nunca han ido, a comer porquerías preparadas al aventón, al ahí se va, arriados y formados como manadas que vagan y gritan el corillo que les dicen porque la manera de insultar a la oposición es crear faramallas, embustes, tranzas, bajezas con sonrisa hipócrita, están creando arbitrariedades que ni en otros sexenios se hizo, burlesques en las cámaras, son marchantes del regalo fácil, con gorras regaladas, banderines prestados; son caminantes de tierras falsas que buscan ensordecer a la columna de la independencia esa columna inundada con voces por un voto libre y sin pago.

El descaro deambula en el mensaje, ese que volaba el viento porque ya los borreguitos se habían cambiado de pastizal o iban montados ya en sus jumentos mecánicos al regreso diario, esos muchos abandonaron y lo trataron de a loco, porque cuando se comienzan a retirar, las palabras suenan huecas y se puede decir puras mentiras, como la ropa que se ponen de pueblo comprado y la sillería seleccionada como en los discursos de Castro Ruz (solamente para la élite de la revolución) el pueblo es tratado como mercancía de tianguis chino, como los rebaños de Bomberito Juárez, como cuando en el relleno sanitario se empuja la basura para meterla a una celda, como sacando agua estancada en un patio con la coladera tapada, como encharcamiento en la refinería de dos bocas, ¡así fueron tratados los acarreados de ese falso domingo!, camiones como los que acarrean cerdos de Pénjamo a la capital, solamente faltaron los toques eléctricos para levantar a los que se desmayaban como cuando una res ya no quiere caminar, ese es el espectáculo que formaron los de la cuarta y geme, en su desesperación para llevar gente.

Salgo por la brisa matutina de un cielo medio nublado del bajío, ese terreno llano que nos alberga y que le damos gracias por los bondades que siempre nos ha dado y sonrío, para que esta tierra siga siendo elemento principal de la defensa de las libertades del hombre y que la desobediencia camine por los días de este gobierno que atrae trabajo para los ciudadanos de su seno y que no les permite se descobije el elemento principal de pertenecer bajo una lucha constante de repudio a los actos de tiranía que siempre han acosado a nuestro país, abusadores de las elecciones que desean forjar sus caprichos en cuanto pisan las piedras de la gobernabilidad.

Somos una entidad que a base de muertes de cuerpo se erigen las pirámides de la victoria de lograr libertades de tránsito, de comercio y de trabajo en el que no existe el sojuzgamiento al que quieren sumirnos.

Somos la tierra que siempre ha saltado en contra de las arbitrariedades, del dominio impostor, de la amenaza, somos ciudadanos de vida libertaria que siempre anda buscando la paz, hogar y trabajo.

Un buen contingente se presentó en una marcha defendiendo los ideales del voto libre, la fuerza ciudadana demuestra su calidad de democracia que debe siempre sobrevivir en el bien ciudadano. Sin embargo no todos los domingos el sol ve los ojos libertarios en una ciudad mexicana, el pavimento construido en proyectos de la antigüedad soporta marchas blancas de ciudadanos alegres que están dispuestos a vencer las imposiciones, los caprichitos, las negligencias de aquellos que osan manchar el camino de crecimiento y prosperidad que lleva esta tierra que durante siglos ha sido pisada por libertarios y no acepta los acarreos de forzados con el recorte de la nómina, del apoyo popular (estos apoyos copiados de las siempre avanzadas administraciones europeas).

Danzas de un gran porcentaje de iletrados del conocimiento de la vida en democracia, ignorantes del futuro que se resquebraja por un puñado de indolentes que gritaron tanto en la avenida Reforma, ensuciaron calles, insultaron al viento, resquebrajaron la vida cotidiana de esa ciudad fundada sobre un lago, son ratas que logran el dominio de las calles y que siguen a un flautista que va inventando las notas sobre el camino y las lleva al descalabro y que cuando sean juzgados van a llorar y a sudar sangre, porque hemos sido testigos de que idolatran las acciones de tener un avión guardado aunque se rife, están idiotizados con la construcción de una refinería que no produce y que jamás va a dar autosuficiencia de hidrocarburos, no alcanzan a comprender por qué se lucha contra la devastación de miles de árboles y matorrales para pasar un tren porque además no saben para qué va ese tren, son felices porque compró una refinería en EEUU pero no saben que parte ya era nuestra, pero insisten que la compró.

La ignominia ha marchado en un domingo de vacilón, de acarreo gratis a donde nunca han ido, a comer porquerías preparadas al aventón, al ahí se va, arriados y formados como manadas que vagan y gritan el corillo que les dicen porque la manera de insultar a la oposición es crear faramallas, embustes, tranzas, bajezas con sonrisa hipócrita, están creando arbitrariedades que ni en otros sexenios se hizo, burlesques en las cámaras, son marchantes del regalo fácil, con gorras regaladas, banderines prestados; son caminantes de tierras falsas que buscan ensordecer a la columna de la independencia esa columna inundada con voces por un voto libre y sin pago.

El descaro deambula en el mensaje, ese que volaba el viento porque ya los borreguitos se habían cambiado de pastizal o iban montados ya en sus jumentos mecánicos al regreso diario, esos muchos abandonaron y lo trataron de a loco, porque cuando se comienzan a retirar, las palabras suenan huecas y se puede decir puras mentiras, como la ropa que se ponen de pueblo comprado y la sillería seleccionada como en los discursos de Castro Ruz (solamente para la élite de la revolución) el pueblo es tratado como mercancía de tianguis chino, como los rebaños de Bomberito Juárez, como cuando en el relleno sanitario se empuja la basura para meterla a una celda, como sacando agua estancada en un patio con la coladera tapada, como encharcamiento en la refinería de dos bocas, ¡así fueron tratados los acarreados de ese falso domingo!, camiones como los que acarrean cerdos de Pénjamo a la capital, solamente faltaron los toques eléctricos para levantar a los que se desmayaban como cuando una res ya no quiere caminar, ese es el espectáculo que formaron los de la cuarta y geme, en su desesperación para llevar gente.