Campañas en ciernes
Germán Rodríguez L.
Andrés Manuel lidera todas las encuestas (algunas hasta dos a uno en la intención de voto del electorado) respecto a Ricardo Anaya, su más cercano contendiente, según el modelo PPS (publicado en www.oraculus.mx). Y, sin embargo, nada está decidido aún. Parece una perogrullada, pero es verdad la frase que decía el beisbolista de los Yanquis, Yogi Berra: «Esto no se acaba hasta que se acaba». Tal afirmación se aplica en todo quehacer y las campañas electorales, desde luego, no son la excepción.
Las actividades, acciones y omisiones, realizadas en campaña, cuentan a grado tal, que pueden modificar ipso facto la preferencia del electorado, aún y cuando tal acción u omisión sea muy grave (Andrés Manuel dixit), atípico o francamente extraordinario; los contrincantes también cuentan, por supuesto, y el aparato gubernamental, asimismo, hace lo suyo, a veces de manera más velada o discreta que otras.
Entre los principales factores pueden modificar la tendencia en la intención de voto se encuentran los debates, tanto los oficiales organizados por la autoridad electoral (tres: 22 de abril en Ciudad de México, 20 de mayo en Tijuana y 12 de junio en Mérida), como los organizados por los medios informativos, cámaras empresariales o academia; en efecto, los debates, en tanto ejercicio de contraste de ideas, actitudes, lenguaje (verbal y corporal) son potenciales herramientas para subir o bajar puntos. Los tres presidenciables son buenos debatientes: Andrés tiene experiencia y ha hecho exasperar a un gran orador, el Jefe Diego, en un encuentro de ideas ocurrido hace muchos años ante Joaquín López-Dóriga; Anaya, sin duda, resultará incómodo; y Meade, técnico como es, puede argumentar muy bien. Considero que el debate no es la principal virtud de Margarita.
Por cuanto hace a los debates organizados en foros distintos a los obligados por el INE, están resultando más interesantes e ilustrativos de lo esperado. Resulta importante recordar que el candidato no va solo, sino que tiene un equipo, por lo que este debe dar la cara por aquel, entonces, también deben saber debatir bien. Andrés se ha allegado de elocuentes personas (Tatiana Clouthier, Zoé Robledo y Rabindranath Salazar Osorio) refrescando la imagen de su grupo; Meade, vía Vanessa Rubio, transmite su principal cualidad (técnico), con Aurelio Nuño pretende defender la continuidad de las reformas estructurales y en otro nivel ubica a Javier Lozano, quien también aporta lo suyo; y Anaya, se hizo de un gran fichaje con Jorge G. Castañeda, quien ante los anteriores se ve desvanecido, es decir, no brilla tanto como cuando debate con académicos no políticos; Juan Ignacio Zavala defiende bien a su hermana, pero evidentemente su postura se ve sesgada por parentesco, situación ante el ciudadano puede mermar la credibilidad en sus argumentos.
Otras variables que pueden incidir en la preferencia del electorado: los inevitables errores, empezando por la soberbia y creerse invencible; los electores indecisos que tienen un altísimo porcentaje, estimado en 30%; el abstencionismo, también altísimo; las sorpresas generadas por los poderes fácticos (iglesia, ciertos grupos empresariales, medios de comunicación, grupos políticos); la guerra sucia; el voto útil, hoy planteado en términos distintos a los usados en el 2000 (continuidad con el PRI o cambio), pues hoy será pro o anti Andrés Manuel López Obrador; las alianzas de última hora (¿usted estima absurdo y descabellado, por ejemplo, que Margarita decline a favor de Pepe Meade?); las instituciones, cuyos titulares quieran quedar bien con quienes permitieron su ingreso al cargo e interpreten la normativa de manera conveniente a sus intereses.
Por eso y muchas cosas más, la Historia se sigue escribiendo; aún no hay nada para nadie, ni victoria ni derrota, ni ganador ni perdedores. La voluntad del electorado se expresará en 80 días y el proceso electoral seguirá ante la autoridad electoral, tanto administrativa como, (muy probablemente), judicial.
